Vuelve a pasar: explota otro patinete eléctrico en Catalunya. En este caso ha pasado este martes al mediodía en la calle Templers de Lleida. Varios agentes de la Guardia Urbana y de Bombers de la Generalitat se han trasladado, después de recibir el aviso, hasta el portal donde ha estallado el aparato. Al llegar han visto cómo salía una humareda junto a un comercio y han comprobado que un problema técnico mientras estaba cargando el patinete en la entrada del bloque de pisos ha provocado la detonación, el fuego y el humo. A consecuencia de esto, se han producido daños materiales, aunque los inquilinos de la vivienda han sofocado el incendio con un extintor.
Los Bombers de la Generalitat han inspeccionado la zona del edificio y han ventilado los alrededores para evitar que el humo se introdujera dentro de los establecimientos comerciales y del propio bloque de pisos. Este no es el primer caso de un patinete eléctrico que estalla cuando se estaba cargando o por culpa de la batería. De hecho, uno de los primeros aparatos al explotar lo hizo dentro de un tren de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) el noviembre pasado. Se incendió cuando el vagón iba lleno a la altura de Sant Boi de Llobregat y, tras apagar el incendio, pararon el convoy y cortaron la circulación de la línea. A este le han seguido varios incidentes más como el de Calaf, que obligó a confinar a los vecinos en casa por el humo y el fuego, o el que explotó dentro de una peluquería de Gavà.
Más peligroso todavía: pilas de litio de motos en los patinetes eléctricos
Sin embargo, además, una banda organizada se dedicaba a robar baterías de motocicletas eléctricas de alquiler que después revendían en establecimientos de reparación de patinetes eléctricos. Esto lo hacían extrayendo las pilas de litio para, posteriormente, instalarlas en los patinetes y después ponerlos a la venta. Un peligro añadido a las repetidas explosiones de los patinetes eléctricos en Catalunya y que, después del suceso en FGC y los siguientes, la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) de Barcelona aprobó a finales del año pasado la prohibición temporal (unos seis meses) de entrar con estos aparatos en el transporte público. Es decir, en autobuses, metro, tranvía, trenes de Rodalies y FGC.