Los Mossos d'Esquadra han desarticulado una banda organizada que se había dedicado al robo de baterías de motocicletas eléctricas de alquiler que después revendían en establecimientos de reparación de patinetes eléctricos, ya que una vez llegaban a estos locales, las desmontaban y extraían las pilas de litio, para posteriormente instalarlas en los patinetes y después ponerlos a la venta. El 'caso Olivera', cómo lo han bautizado desde la Unidad de Investigación de la comisaría de Sarrià-Sant Gervasi, los que durante meses han estado detrás del hombre que lideraba el clan familiar de etnia gitana que se encargaba de reventar motocicletas eléctricas, de alquiler y personales, para hacerse con las baterías.

Pudieron relacionar los hechos con un hombre que siempre había transitado con su modus vivendi en el robo de metales preciosos, como los que hay en el interior de catalizadores de vehículos. Ahora vio que el negocio estaba en la reventa de las pilas de litio que hay en el interior de las baterías de las motos y viró su negocio, hasta que este lunes fue arrestado por los Mossos.

Un año robando baterías para conseguir pilas de litio

La investigación se inició en septiembre del año pasado después de que los Mossos d'Esquadra tuvieron conocimiento que se habían denunciado en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi muchos robos de este tipo de baterías, sobre todo, a pesar de que no exclusivamente, en motocicletas de alquiler. Con las imágenes de las cámaras de seguridad y el trabajo de investigación, que pudo relacionar con un hombre que tenía antecedentes por hechos parecidos, acabó con su detención.

En cada batería que el hombre se llevaba, que pesa unos 50 kilos, hay un total de 180 pilas de litio, que después de ser robadas, y transportadas hasta su almacén, con otros miembros de la familia abrían y volvían a empresas que se dedicaban a hacer reparaciones en patinetes eléctricos. Si cada pila podía tener un valor de 5 euros, estos ladrones la vendían, a personas que sabían perfectamente que eran robadas, por 20 céntimos cada pila. Los responsables de estas tiendas, que ofrecían mejorar la autonomía de los patinetes por unos 80 euros, asegurando que podían durar un 50% más tiempo de conducción, también quedaron detenidos e imputados, todo y que en libertad con cargos.

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Imagen de una de las casas donde vivía el clan familiar detenido por los Mossos / CME

Teniendo en cuenta los números hechos solo por una de las empresas afectadas, el perjuicio económico por el robo de las baterías llega a los 2 millones de euros, una cifra que crece exponencialmente si se pudieran tener los datos de todas las empresas afectadas. Los ladrones, aunque muchos robos fueron en la parte alta de Barcelona -donde hay más motos eléctricas-, cometieron robos por toda la ciudad. Con menos de cinco minutos podían desmontar la batería y llevársela. La dejaban en el suelo, asegurando que eran unos altavoces, y pedían un taxi, que los llevaba hasta el almacén, en Hospitalet de Llobregat.

Las pilas, un peligro

En casa de los ladrones y también a las tiendas de las personas que compraban las pilas robadas se detuvieron un total de catorce personas en Esplugues de Llobregat, Barcelona, Cerdanyola del Vallès y, sobre todo, en Hospitalet de Llobregat, dónde estaba ubicado el clan familiar. Los Mossos han podido acreditar el robo de 84 baterías. En los registros los Mossos recuperaron diez baterías de motocicletas eléctricas, baterías desmontadas, más de 5.000 pilas de litio y un patinete eléctrico sustraído por un valor estimado de 50.000 euros. La investigación sigue en marcha, con el principal investigado entre rejas, a la espera de poder relacionarlos con más robos del último año en la ciudad de Barcelona.

Más allá de los perjuicios económicos que comporta el robo de estas baterías, los Mossos alertan del peligro que tiene manipular este tipo de pilas de litio para mejorar la autonomía de los patinetes. Por 80 euros algunos talleres poco legales ofrecen modificar las baterías de los patinetes, pero el riesgo de que exploten -cómo ha pasado en algunas ocasiones al transporte público-, crece exponencialmente. El riesgo de explosión no es una entelequia. Durante el traslado de las baterías, una pila estalló a un agente de los Mossos, que por suerte, no resultó herido.