Después de conocer la condena de 158 años de prisión para Jorge Ignacio Palma, el asesino de Marta Calvo y otras dos mujeres, nos preguntamos por qué la justícia no le ha condenado a la máxima pena, prisión permanente revisable, la sentencia que pedían las acusaciones. 

Una pena para "tranquilizar conciencias"

Según explica en declaraciones en Cadena SER la catedrática en derecho penal de la Universitat de València, Paz Lloria, "la política criminal se ha utilizado no para dar una protección general sino un poco como escarmiento o para tranquilizar conciencias" y esto provoca fallos que generan frustración en la ciudadanía. Lloria afirma que la pena de prisión permanente revisable no es aplicable en el caso de Palma porque "no se dan los supuestos contemplados en la norma establecida para responder a casos concretos muy mediáticos en su día, pero no para atender a la generalidad".

¿Cuándo se aplica la máxima pena?

Por lo tanto, la máxima pena considerada solo es aplicable en algunos casos de asesinato. Estas situaciones se dan cuando la víctima es menor de 16 años o cuando es especialmente vulnerable porque padece enfermedad o discapacidad. En los casos de delitos contra la libertad sexual, se contemplará la pena máxima cuando el autor del asesinato mate a la víctima "después de cometer la agresión sexual". En el caso de Marta Calvo, la agresión sexual fue el instrumento, el asesinato no fue subsiguiente. Es decir, que la agresión sexual es el medio con el que comete el asesinato desde un principio. La catedrática pone un ejemplo: "Mientras se está produciendo la agresión sexual le clavan un cuchillo en el corazón y la matan. Aquí no podemos aplicar la condena de prisión permanente revisable porque el prefecto está mal redactado. Esto no quiere decir que los jueces no apliquen bien la ley, sino que esta norma se redactó para un caso muy concreto, lo que conocemos como 'el derecho penal de telediario'. Como se redactó para un caso muy concreto, cuando se condenan otros casos, no sirve", explica en declaraciones en Cadena SER.

Palma solo cumplirá 40 de los 158 años de prisión

Paz Lloria también afirma que este tipo de condena no cabe en un estado de derecho y que convendría eliminarla, ya que, por ejemplo, en Estados Unidos hay cadena perpetua y la criminalidad sube sin freno. La condena de Jorge Ignacio Palma ha sido muy polémica, pero realmente de estos 158 años de prisió solo cumplirá el máximo contemplado en los ordenamientos jurídicos, que son 40 años. Y añade, "normalmente nadie aguanta cuarenta años en prisión". 

Otros delitos que la jueza no ha tenido en cuenta en la pena

Otro aspecto que también incide en la sentencia es que la juez no ha impuesto una condena por otros delitos que cometió Palma. Uno de ellos es el daño a la integridad moral que solicitaban los familiares de la víctima. El acusado no ha revelado dónde está el cuerpo de Marta Calvo, solo ha mantenido durante todo este tiempo la versión del descuartizamiento y que lanzó los restos a contenedores de basura, algo que la jueza destaca que "pidió perdón en la vista".

Tampoco entiende que existiera en el caso un subtipo agravado de agresión sexual por el hecho de que Jorge Ignacio introdujera cocaína en estado muy puro en los genitales de las mujeres, ya que considera que no responde al "objeto" que recoge la Ley. "La introducción de cocaína no constituye la introducción de objeto sino de sustancia , por mucho que ésta se presente en estado sólido de distintos tamaños, piedrecitas que, según el relato de las distintas víctimas, van desde escamas, el tamaño de una lenteja, una canina, una uva o media falange de un dedo de la mano".

Los familiares de Marta interpondrán un recurso

Ante esta sentencia, la madre de Marta Calvo ya ha anunciado que interpondrá un recurs ante el Tribunal Superior de Justicia porque se siente decepcionada. Al dolor por lo que considera una condena "poco ejemplar" y un "insulto a la sociedad", Marisol Burón suma el "impacto brutal" y las repercusiones psicológicas que tendrá que no se considere el daño moral causado por Jorge Ignacio. "Nos parece el insulto más grande", advierte su psicólogo y portavoz.