Después de que el jet privado que procedía de España se estrellase en el mar Báltico, las unidades de la armada de Letonia empezaron las labores de rescate para recuperar los cuerpos de los pasajeros que estaban a bordo, así como los restos de la aeronave. En el avión viajaban un piloto y tres pasajeros, todos miembros de la misma familia, que residía en la ciudad alemana de Colonia. Como ya suponían las autoridades y avanzó el diario Bild, a última hora de este lunes se hallaron los cuerpos de las víctimas del siniestro; el empresario Karl Peter Griesemann, de 72 años y propietario de la empresa Quick Air, junto a su mujer, su hija y una cuarta persona. Los equipos de la fuerza naval realizaron las tareas de rastreo en un radio de seis kilómetros y localizaron los cuerpos flotando cerca de la costa de Ventspils (Letonia). Una vez localizados los restos, fueron entregados a la Policía Criminal.

El jet privado despegó en España con destino Alemania

El aparato despegó en el aeropuerto español de Jerez de la Frontera (Cádiz) con destino a Colonia (Alemania) pero por una posible despresurización que habría dejado inconscientes a sus ocupantes y la falta de combustible tras volar más tiempo de lo programado, hicieron que el jet privado Cessna Citation se estrellara en el agua del golfo de Riga. La aeronave atravesó casi toda Europa sin mandar ningún tipo de comunicación, ya que, según ha podido saber La Vanguardia, el aparato volaba muy bajo —una normativa aplicada a los vuelos no comerciales—, por lo que el jet no estaba obligado a disponer de cajas negras. Esto conlleva una gran dificultad para las autoridades que investigan el caso, puesto que significa que la aeronave no grabó voces en cabina ni tampoco los parámetros del vuelo que permitan saber lo que pasó realmente.

Agentes de rescate escoltaron el aparato hasta perderlo de vista

Según fuentes españolas, el empresario y su familia viajaban a menudo a España, ya que tenían desde los años 80 un chalé en la costa gaditana, cerca de la localidad de Zahara de los Atunes. La avioneta, con el número de vuelo OE-FGR, informó de su despegue, pero minutos después afirmó tener problemas de presión en la cabina. Después de 50 minutos se perdió el contacto con el aparato. Ante este hecho saltaron todas las alarmas y aviones de combate, a través del espacio aéreo francés, decidieron escoltarlo, pero no se logró recuperar el contacto con la avioneta.

Como el jet privado se estrelló en el mar Báltico, cerca de Suecia, los guardacostas suecos enviaron al lugar del accidente agentes de rescate con barcos y helicópteros. También servicios de emergencia de Letonia participaron en la búsqueda del aparato.

Una mayor desgracia podría haber sucedido

Por suerte, el avión se dirigió hacia el mar y no hacia una zona poblada del interior de Europa. Teniendo en cuenta que el avión no estaba siendo pilotado, ya que el piloto y los miembros estaban inconscientes, la situación podría haber provocado una mayor desgracia. Ante este posible caso, los protocolos existentes habrían obligado a hacer caer el avión para evitar que hubiera impactado contra zona poblada y que el número de personas heridas o muertas creciera. Es más, una de las teorías, aunque no confirmada, es que el avión fue abatido para evitar que llegara a la costa de Letonia o Lituania, aunque los mismos expertos creen que no hizo falta, que la falta de combustible ya hizo caer el avión en el mar. De momento, continúan las incógnitas.