Este domingo se cumplen 30 años de la desaparición de Míriam, Toñi y Desirée, las tres niñas de Alcàsser que fueron brutalmente asesinadas en el crimen más mediático de la historia de España. Tres décadas después, el caso continúa abierto en el ámbito judicial, buscando nuevas pistas y evidencias de lo que pasó o que ayuden a encontrar a Antonio Anglés, el presunto asesino que huyó después del crimen y que lleva desaparecido desde 1993.

Las tres chicas, de 14 y 15 años, desaparecieron un sábado por la noche cuando iban de fiesta a una discoteca de Picassent, pero nunca llegaron. Sus cadáveres fueron encontrados por dos apicultores el 27 de enero de 1993 semienterrados en una fosa en el barranco de la Romana, en un paraje montañoso de difícil acceso cerca del pantano de Tous. Las pruebas que encontraron los investigadores señalaron a Antonio Anglés y su amigo Miguel Ricart como los presuntos autores del asesinato.

Anglés huyó cuando lo iban a detener en su casa y desde entonces no se sabe dónde está. La última noticia que se tiene de él es que viajó como polizón en un barco que iba de Portugal a Irlanda, pero nunca llegó a Dublín. Su familia quiere que se le declare muerto. Por su parte, Ricart fue juzgado en el año 1997 y condenado a 170 años de prisión. No obstante, su sentencia fue reducida a 21 años por la suspensión de la doctrina Parot y salió en libertad en noviembre de 2013. Actualmente, tiene 53 años y lo último que se sabe de él es que el año pasado fue identificado por la policía en un narcobloque de Madrid.

El caso del crimen de Alcàsser continúa abierto con el fin de encontrar a Antonio Anglés

La investigación judicial del crimen ya está juzgada y cerrada, pero todavía queda abierta una pieza dedicada a encontrar a Antonio Anglés, uno de los prófugos más buscados de la justicia española. En el marco de esta pieza, la acusación popular ha pedido que se analicen los coches que se confiscaron a Ricart e Inglés y que se dé un impulso con técnicas modernas al análisis de las pruebas que están pendientes de resultados o que habían sido descartadas en su momento.

De esta forma, se ha reactivado el análisis de pelos y otros posibles restos en los vehículos, la búsqueda de ADN en la ropa interior que llevaban las tres menores asesinadas y otros restos que se puedan encontrar en escenarios relacionados con el crimen, como podría ser la alfombra con la cual se envolvieron los cadáveres. El juez también ha ordenado el análisis de una sábana blanca que cubría el colchón que había en la caseta donde retuvieron a las chicas, varias fibras encontradas en el colchón o unas raspaduras y un trozo de madera que se encontraron en el mismo sitio.

En los años 90, la tecnología policial no era la actual y la identificación del ADN a duras penas llevaba unos años. En algunas muestras se encontraron restos de semen o sangre, pero no dieron ningún resultado concluyente, ya sea porque no se hicieron los análisis necesarios o por la baja sensibilidad de las pruebas en aquella época. Los expertos tienen la esperanza de que con los tiempos que corren y el avance tecnológico, estas muestras puedan dar nuevas claves para resolver el caso. En este sentido, se espera que se puedan resolver algunas dudas sobre qué pasó aquella noche y si, como apuntaba la sentencia del juicio, había alguna tercera persona implicada que no haya sido identificada. El caso prescribirá el 14 de diciembre de 2029, cuándo se cumplen 20 años desde que la jueza intervino el teléfono de la hermana de Antonio Anglés para intentar descubrir dónde se escondía.