Un alumno de 6 años de la Escola Baixeras, en el barrio de Gòtic de Barcelona, se pinchó con la aguja de una jeringa usada mientras jugaba en el patio de la escuela. Este patio es la plaza Carme Simó, pero el centro educativo tiene el permiso para utilizarla para que los niños puedan hacer el recreo. Sin embargo, el problema que ven muchas de las familias de los alumnos de la Escola Baixera es que por las noches suele atraer gente que va a dormir, beber o lo que es peor, drogarse, y al día siguiente muchos niños se encuentran las jeringas en el suelo, según explican en declaraciones al diario Ara.

Ante el incidente con el menor, se inició el protocolo necesario por casos de pinchazo con jeringas desconocidas con el fin de poder hacer los análisis correspondientes. El caso del menor se quedó en un susto, pero esta problemática ha disparado las quejas de los familiares, que piden más protección en este espacio.

La zona funciona como recreo y como plaza pública

El espacio en cuestión es la plaza Carme Simó, junto a la muralla romana de la calle Sotstinent Navarro. Después de 5 años, la plaza se abrió como un nuevo espacio para dar una solución a la falta de patio en la Escola Baixeras. Se llegó al acuerdo que la plaza estaría cerrada para uso del centro —de alumnos de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años— y que el resto del día funcionaría como una plaza pública más de la ciudad. A pesar de ser una plaza pública, hay una valla con barrotes para hacer saber que el espacio tiene un uso escolar y que, por lo tanto, hay que respetarlo. Sin embargo, este cerrado, según los familiares, no es suficiente vista la situación en la cual se encuentran y por este motivo piden más soluciones.

Las familias piden más medidas de seguridad para los menores

Entre las peticiones hay que se deje claro que se trata de un espacio escolar y que se proteja con más contundencia. También quieren que los equipos de limpieza pasen más cerca de la hora de apertura de la escuela para evitar que alguien pueda dejar alguna cosa entre el tiempo de la limpieza de primera hora y la llegada de los alumnos.

El centro, decidido a poner solución

A la espera de más soluciones, el centro ha decidido emprender por su propio pie algunas medidas, como poner vallas amarillas para impedir que los alumnos bajen en la llamada zona del cementerio, ya que es más complicado detectar basura. Los alumnos también han querido participar con carteles para visibilizar que la plaza es un espacio escolar. Finalmente, también se han intensificado tanto las revisiones en el espacio antes de cada uso como las explicaciones al alumnado sobre las prevenciones que hay que tomar si encuentran determinados desperdicios.