La pandemia ha puesto sobre la mesa más que nunca la muerte como una realidad casi palpable y de la vida diaria. Funerales sin familiares, en tanatorios cerrados o con ataúdes de cartón fueron imágenes masivas durante varios meses. Y en este contexto, después de la muerte del clérigo y premio Nobel de Pau Desmond Tutu el pasado 26 de diciembre, se han hecho públicas y han dado qué hablar nuevas técnicas para gestionar los restos mortales más ecológicos, como la aquamación o cremación con agua.

Ni entierro ni incineración, 'aquamación'

El mismo Tutu pidió que no lo enterraran ni lo quemaran, sino que su cuerpo fuera sometido al proceso que se conoce como aquamación o cremación con agua. Se trata de un sistema más ecológico para deshacer restos mortales a altas temperaturas y químicos sostenibles que ha sido probado mucho más respetuoso con la naturaleza que los métodos más tradicionales.

Para hacer la aquamación se pone el cuerpo en un cilindro de metal hermético y se sumerge en una mezcla de agua y productos químicos alcalinos como hidróxido de potasio, o potasa cáustica, e hidrato de sodio, más conocido como sosa cáustica. Esta solución líquida se calienta entonces a temperaturas de entre 90 y 150 grados y empieza lo que se llama hidrólisis alcalina.

El método más sostenible para deshacer restos mortales

Al cabo de las horas, la materia humana del cuerpo se descompone, menos los huesos, que después se reducen a polvo y se entregan a la familia, como en una incineración. Con respecto al medio ambiente, como los líquidos utilizados son estériles y están compuestos sobre todo por sales, azúcares y aminoácidos, no hay ningún riesgo ecológico, ya que pueden ser puestos a la tierra o ser formadas parte de aguas residuales. En más, permite que los implantes como los marcapasos -como el que llevaba Tutu-, se puedan reciclar y no hace falta que sean retirados.

Ataud / Foto: Andrea Fasani_EFE

La pandemia cambió para siempre el concepto de funeral que conocíamos hasta ahora / Andrea Fasani

Aparte de las ventajas a nivel orgánico, la sostenibilidad pone a la aquamación en un lugar muy bien considerado entre los métodos funerarios. Y es que, como no necesita combustión, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero en un 35%, tal como informa un análisis ambiental independiente de la empresa Resomation recogido por la BBC. En eso se suma el uso de energía, uno de los grandes temas de los últimos meses, que con la aquamación se puede reducir hasta un 90% en comparación con la cremación, según la empresa Bio-Response, en declaraciones al mismo medio.

Reducir el impacto ecológico de los funerales

No obstante todos los beneficios, esta técnica todavía no está muy extendida por todo el mundo y en España está prohibida. De hecho, solamente se utiliza en sitios como Países Bajos, Canadá, Reino Unido, México, Sudáfrica y los Estados Unidos. En referencia a eso, el presidente de la Asociación de Empresas de Servicios Funerarios de Catalunya, Asfuncat, Josep Maria Mons, explicaba a RAC1.cat que "hoy por hoy, en el estado español solo están permitidas la inhumación y la cremación" y afirmaba que "desde el sector funerario, desconocemos si hay alguna empresa que lo haya pedido". Por lo tanto, duda de que en el sector en general se esté planteando la opción, al menos en Catalunya.

También aseguraba que en este tipo de cremación se usan "300 litros de agua por difunto" y, por lo tanto, desde el punto de vista de gasto de recursos naturales no se trataría de energía plenamente verde. "Quizás sí que es más limpia con respecto a emisiones, pero la incineración ya es muy segura y tiene un nivel de emisiones muy bajo", sentenciaba. Sin embargo, los cálculos de las mismas funerarias indica que por cada incineración se emiten unos 27 kilogramos de CO₂.