Las motos permiten llegar, con mucha más agilidad, a los puntos más complicados de la ciudad de Barcelona. Es una de las mejores capacidades de los agentes del Grup Regional de Motos (GRM) de los Mossos d'Esquadra de la ciudad de Barcelona. Es una unidad que, con sus altibajos durante los quince años de vida que tiene, ahora pasa por un muy buen momento, bajo el liderazgo del intendente Rafa Tello, que ha terminado de impulsar una de las patas reactivas de la región más ágiles, astutas y útiles contra los ladrones que creen que Barcelona es suya. El nombre de su indicativo, bautizados como Guilles (Zorras, en catalán), hace honor a la unidad.
Quedan lejos aquellos años en que los integrantes de los Guilles prehistóricos —todavía queda alguno de aquel 2009— tenían que ir a pedir motos a las comisarías de Barcelona para poder hacer sus servicios. Ahora, con cascos y material de protección más adecuados y una apuesta por el recambio de los vehículos hacia las motos eléctricas —con algún impedimento, de momento—, pasan por un buen momento. Tres escuadrones, de gran polivalencia, que se suman a todos los dispositivos que se organizan desde la región de Barcelona. Ya sea orden público, la guerra kanpai contra los multirreincidentes, o también en el acompañamiento de cápsulas de seguridad de autoridades o en eventos deportivos.
ElCaso.com acompaña a los Guilles
ElCaso.com ha acompañado en un turno de trabajo a uno de estos escuadrones de los Guilles de Barcelona. Bajo el mando del sargento Estebanell, un histórico de esta unidad, los agentes afrontan una tarde movida. Primero darán apoyo a las patrullas de Ciutat Vella y, a media tarde, tienen previsto dar apoyo al dispositivo del Barça-Dortmund que se juega en el estadio Lluís Companys, en Montjuïc, la ida de los cuartos de final de la Champions. Briefing rápido en la comisaría de Sant Andreu, donde tienen la base actualmente, para repasar las novedades de los turnos anteriores y saber qué ha pasado en la ciudad. Robos violentos, un reloj y un tirón... Y empieza el turno.
El encargo del sargento para la quincena de agentes que esta tarde salen a patrullar es que, divididos en trinómios, saturen el distrito de Ciutat Vella. Con motos se puede actuar de manera mucho más rápida y llegar con mucho menos tiempo a los requerimientos, pero también moverse por los callejones del Raval o del Born sin necesidad de ir apartando turistas y transeúntes. Los servicios para esta unidad motorizada se van acumulando. Los avisos de la sala de mando hacen que los motoristas se muevan por todo el distrito. Los clientes de los Guilles, como los de los Mossos de la comisaría de Ciutat Vella, suelen ser los mismos: extranjeros multirreincidentes que saben que las aglomeraciones de personas les permiten actuar de manera más disimulada.
En la zona del Born, dos habituales rondan una furgoneta. Los Guilles los detienen, los cachean y los identifican. Mientras los tienen retenidos, la conductora de reparto explica a la policía que aquellos dos jóvenes le habían intentado abrir la furgoneta que tenía aparcada allí mismo. No quiere denunciar —no sería más que un intento. Tienen antecedentes, pero no llevan nada encima que los incrimine, de momento, en nada. Los dejan ir. Queda registrado que los han identificado en esa hora y lugar. Si entran denuncias o incidentes más tarde, los investigadores podrán tirar del hilo hacia atrás y sabrán que aquella pareja estaba allí. Esta presión, que hacen los Guilles y también los agentes de paisano, los conocidos como Fura, está pensada para evitar que Barcelona se convierta en un paraíso para los ladrones que van acumulando detenciones y que la justicia no sabe cómo frenar, aunque sean detenidos una y otra vez.
Aún no han tenido tiempo de volver a ponerse el casco, cuando la emisora da una nueva dirección. Los Guilles se activan y van hacia otro de los callejones del Born. Tres jóvenes han hecho un tirón a un turista y se han llevado la cartera. Los ha perseguido, y aunque la han tirado, el turista ha conseguido atrapar a uno. Lo tienen retenido. Los Guilles lo identifican, es uno de los habituales. En pocos meses acumula quince antecedentes; también es del norte de África, como los otros dos del Born. El turista, como es normal, no quiere denunciar —tiene pocos días en Barcelona, no va a perder una tarde en la comisaría— y los Mossos no pueden hacer mucho más que identificarlo, ver si no lleva nada robado encima —ya se encargan de no llevar nada encima— y dejarlo ir. Antes, el sospechoso se encarga de opinar sobre la madre de los policías. Los agentes ya están acostumbrados. Espalda ancha y a seguir.
Hace calor en Barcelona. El verano asoma, pero antes habrá que pasar la Semana Santa. La ciudad se ve llena y los pasillos de gente son idóneos para estos ladrones. Los agentes saben que hay que estar muy atentos. En la zona de la plaza de la Gardunya, detrás del mercado de la Boqueria, junto a la Rambla, hay tres hombres que llevan una bufanda del Barça y una camiseta blaugrana. A simple vista parecen tres aficionados del equipo de Hansi Flick haciendo la previa del partido de Champions, pero nada más lejos de la realidad. Los tres son conocidos de los Mossos. Por emisora se organizan para poder rodearlos y cachearlos. Por los antecedentes que tienen, si no han robado algo, están a punto de hacerlo. Los identifican, los cachean y no encuentran nada interesante encima. Les retiran un destornillador pequeño. Aseguran que es para el patinete, pero no llevan ningún patinete. Todos tres tienen antecedentes, los han detenido varias veces, pero, gritando, insisten en que son buena gente y que la policía es "racista". Los Guilles no tienen mucho tiempo que perder. Por la emisora un incidente grave los avisa.
De un incidente al otro
En la calle d’en Roca, una de las pequeñas donde no entra el sol, Portaferrissa a la derecha, en un piso, unas personas que no queda muy claro quiénes son ni qué hacen, se han peleado. Uno tiene la nariz rota y los otros van dando diversas versiones a los Mossos. Encuentran un cuchillo y gente llena de sangre, pero nada de lo que explican cuadra. El piso es un nido de porquería. No está ocupado y hace nueve años que malviven allí, molestando a los vecinos, en lo que han convertido en lo que parece un narcopiso, un punto de venta y consumo de droga. Los servicios en Ciutat Vella son variados. Finalmente, los agentes de la comisaría del distrito lo asumen y los Guilles se retiran. Moverse con motocicletas permite mucha agilidad por todas las zonas de la ciudad para dar apoyo a las patrullas de seguridad ciudadana de cada barrio de la capital. Sobre todo trabajan en la zona centro, donde hay más movimiento, pero al trabajar en grupos de tres motos, también pueden desplazarse a otras zonas de la ciudad.
Se va acercando la hora del partido entre el FC Barcelona y el Borussia Dortmund y los Guilles se repliegan. Además de los servicios de seguridad ciudadana, esta unidad también participa en dispositivos especiales como el que se ha organizado para dar seguridad a los partidos del Barça. Este miércoles de Champions, los Guilles se encargarán de guiar el acompañamiento de los dos autocares de los equipos y también del séquito arbitral. El punto de encuentro son los hoteles de concentración. Los mandos diseñan cómo será el traslado.

Antes harán un recorrido para asegurar que todo está como siempre, que no hay ninguna de las muchas obras que afecten las calles por donde debe pasar la cápsula, y un par de horas antes del partido, acompañados de dos furgonetas de la Brigada Mòbil, liderarán el traslado, coordinados con los mandos que desde Montjuïc lideran el dispositivo. El objetivo es llegar lo más rápido posible, para evitar cualquier problema de seguridad. A medio camino, se encuentran con la comitiva del FC Barcelona, que también va escoltada por motocicletas de los Guilles de los Mossos; les dejan pasar, les dejan espacio, para poder organizar bien la llegada y, sin novedades, también llega a Montjuïc el equipo alemán. Los jugadores deNiko Kovač, más tarde, hubiesen preferido no salir del hotel, pero eso ya es otra historia.
La polivalencia de los Guilles
Esta unidad, el Grup Regional de Motos de los Mossos, ha ido ganando fuerza y su polivalencia hace que siempre que se planifica un dispositivo se cuente con ellos. Ya sea para hacer estos acompañamientos deportivos, o para patrullar por Ciutat Vella, o en la guerra contra los multirreincidentes, o cuando se organizan dispositivos contra los ladrones de patinetes o cuando el grupo Titani satura el centro de Barcelona para detener ladrones de relojes. La capacidad de moverse por toda la ciudad, también por lugares donde con coche es complicado o imposible llegar, los hace casi imprescindibles. La apuesta de la Prefectura de la región por los Guilles se ha notado con el material y también por el prestigio que ha adquirido la unidad, aunque oficialmente no constan en ningún sitio, no son una especialidad del cuerpo reconocida, y no tienen una retribución especial. Sea como sea, los agentes de los Guilles saben que, actualmente, son una pieza clave y valorada de la apuesta de los Mossos para recuperar el control de la ciudad de Barcelona, que lidera el intendente Tello y la comisaria Montserrat Estruch.