El pasado 24 de mayo, los cadáveres de un hombre y de una mujer aparecieron en una zona rural apartada del municipio de Jijona, en Alicante. Se trataba de un matrimonio alemán que buscaban desde finales de abril, cuando un perro volvió a casa con un brazo humano en la boca. Por la misma zona se encontró un coche abandonado que había sido alquilado en Mallorca a principios de año por esta pareja, que vivía allí, pero hacía meses que estaba aparcado sin que nadie lo utilizara. Finalmente, descubrieron los cuerpos en una vaguada de difícil acceso a unos 500 metros del vehículo; junto a ellos, una escopeta con dos cartuchos detonados y una botella de champán.

Aunque los investigadores de la Guardia Civil mantienen todas las hipótesis abiertas, la teoría de una muerte pactada es la que más fuerza tiene ahora mismo. Según las indagaciones policiales, el hombre tenía una requisitoria judicial en su país por fraude fiscal, y también habría sido denunciado en Mallorca por varias personas por haberlas estafado con supuestas inversiones en criptomonedas, con un perjuicio de 150.000 euros, cifra que podría aumentar. La orden europea de detención que pesaba sobre él y la inminente extradición a Alemania podrían haber sido los detonantes de esta tragedia.

El crimen machista, descartado: todo indica que la mujer fue por voluntad propia

Cuando encontraron los cadáveres de la pareja, de 61 años él y 48 ella, con un disparo en la cabeza cada uno, los agentes lo primero que pensaron en ver la escena fue un crimen machista en el que el hombre hubiera matado a la mujer antes de quitarse la vida con la escopeta. Con el avance de las pesquisas, sin embargo, esta hipótesis ha cambiado por la de un suicidio pactado; todo indica que la mujer fue a esta zona apartada de la partida del Espartal por voluntad propia, y tampoco constan denuncias ni antecedentes previos por maltrato entre el matrimonio.