El pueblo de Camarles (Tarragona) estuvo cerca de ver morir de hambre y deshidratados a 25 perros. Por suerte, los agentes del Seprona de la Guardia Civil actuaron y los rescataron en una finca privada, 12 de los cuales eran cachorros lactantes y, por ello, se encontraban en un peligro mayor de perder la vida. Según han explicado fuentes policiales, el propietario presentaba síntomas de sufrir un trastorno de acumulación de animales de compañía, más de los que podía llegar a cuidar. Esta alteración psíquica se conoce con el nombre de síndrome de Noé, que es una variante del de Diógenes que hace referencia al acaparamiento compulsivo de cosas. En este caso son animales, aunque no sólo son mascotas muchas veces. Por ello, los agentes contactaron con los servicios sociales del municipio y se dio atención psicológica al hombre durante el decomiso de los perros, que es la actuación habitual que acostumbra a hacerse en estos casos, a nivel legal. El nombre propio del trastorno hace referencia al arca de Noé, donde según las escrituras cristianas subieron dos parejas de cada animal durante un gran diluvio.
Intervención de los perros desnutridos, famélicos y con enfermedades
Este trastorno produce, principalmente, acoger a más mascotas de las que se puede tener cuidado o pueden cuidarse en en un espacio de salubridad. De hecho, los agentes del Seprona hallaron a los 25 perros, recordamos que 12 de ellos eran cachorros lactantes, en malas condiciones sanitarias e higiénicas, desnutridos y sin control veterinario. La Guardia Civil se les encontró sin bastante agua ni comida y algunos, además, presentaban síntomas de desarrollar enfermedades por falta de cuidado. Por todos estos hechos, han intervenido los animales y los han puesto en manos de la asociación ARCA, situada en Aldover (Tarragona).
Los animales, pese al sufrimiento, han tenido un final feliz y han sido puestos en buenas manos. Sin embargo, el síndrome de Noé de este hombre, si comparamos con los casos más graves, se encontraba en un estado inicial. Las personas con este trastorno pueden llegar a acumular más de cien animales en casa, cosa que, además de un perjuicio para las mascotas, también lo es para ellas mismas. La primera cuestión es que no saben que sufren la enfermedad y, por otra parte, esta obsesión provoca un déficit de higiene en la vivienda que puede llegar a afectar en la salud de todo un edificio o de una zona del barrio. En el caso de este hombre, tan sólo se trataba de perros, pero en muchas ocasiones este trastorno hace encontrar animales de granja, exóticos y salvajes en pisos o casas que no están adaptadas para estos usos ni tienen espacio suficiente para todos.