El hombre de 30 años detenido este martes como presunto asesino de Erika, la niña de 14 años que apareció muerta en Oviedo, y que está ingresado en la UCI de un hospital asturiano, tiene antecedentes por agresión sexual. Aunque aún no ha podido ser interrogado por la policía debido a su estado, se sospecha que el móvil del asesinato pudo ser un intento de violación frustrado a la menor, ya que los vecinos han revelado que estaba "desequilibrado" y "obsesionado con la niña" tras solo tres semanas viviendo en el mismo edificio.
Revelados los antecedentes del asesino de Erika, la niña de Oviedo
El presunto asesino, de entre 30 y 32 años, de origen moldavo y que responde a las iniciales I.P., era trasladado al Hospital Universitario Central de Asturias, el HUCA, tras ser encontrado este martes herido de arma blanca al lado del cuerpo de Erika Yunga, de 14 años, en su vivienda del número 69 de la calle Vázquez de Mella, donde hacía tres semanas que habitaba el primer piso, tres por debajo de la vivienda de la víctima y su familia.
I.P. se encuentra en la UCI debido a las heridas que se infligió él mismo cuando los agentes entraron a su casa por la ventana para descubrir el macabro escenario en el que mató a Erika, de 14 años, que estaba en el suelo, cubierta de puñaladas y moría instantes después en brazos de uno de los agentes que atendieron el lugar de los hechos. Fue entonces cuando el asesino se empezó a autolesionar con el mismo arma homicida, clavándose hasta veinte cuchilladas en el pecho, la cara y el cuello.
Agresión sexual, "desequilibrado" y "obsesionado" con la víctima
Es por eso que ahora permanece en el HUCA bajo vigilancia policial, donde tendrán que esperar a su buena evolución para interrogarle acerca de los hechos, ya que no se ha podido establecer que hubiese una relación entre víctima y verdugo que pudiese haber motivado el crimen, aunque fuentes cercanas al caso han revelado que el presunto asesino es un hombre "desequilibrado que estaba obsesionado y tenía fijación en la víctima".
El crimen se descubrió ayer martes sobre las cuatro de la tarde, poco después de que Erika Yunga, de 14 años, volviese del instituto para comer con su familia. Su padre y un hermano, que le esperaban, le abrieron la puerta cuando tocó el telefonillo, pero se desesperaron al ver que no subía y el padre envió al joven a buscar a la menor a las escaleras. Al llegar al primer piso, el chico se encontró un rastro de sangre que llegaba hasta el interior de la vivienda del acusado.
Aunque los resultados de la autopsia aún no han trascendido, la menor presentaba algunas heridas defensivas, que podrían suponer un argumento para la hipótesis de que todo empezó con un intento de agresión sexual, consumado o no. El nuevo dato sobre el detenido, que tiene un historial delictivo con antecedentes por agresión sexual, refuerza esta teoría, que también está alimentada por las declaraciones de los vecinos, que aseguran que había una obsesión hacia la víctima por parte del asesino.