Un hombre ha sido condenado a cuatro años de prisión por abusar sexualmente de su hijastra de 10 años en Tarragona. Además, tendrá que pasar cinco años de libertad vigilada y no se podrá comunicar ni acercar a 200 metros de la menor en los próximos seis años. También tendrá que pagar 3.000 euros de indemnización a la niña en concepto de responsabilidad civil y no podrá trabajar en los próximos cinco años en ningún oficio que comporte un contacto regular y directo con menores de edad. La sentencia, por un delito continuado de abuso sexual sobre un menor de 16 años, es inferior a los cinco años de prisión y diez años de expulsión del territorio español que pedía la Fiscalía.

El hombre abusó dos veces de su hijastra de 10 años

Los hechos por los cuales ha sido condenado el hombre tuvieron lugar a finales del 2020, según explica el Diario de Tarragona. El agresor, su pareja y la hija vivían en un piso en el barrio tarraconense de Campclar. A finales de octubre, el hombre entró en la habitación de la hijastra vistiendo solo una toalla y le preguntó si le podía hacer un masaje. Ella aceptó y los dos fueron hacia otra habitación, donde el acusado se tendió en la cama boca abajo. Posteriormente, se dio la vuelta y le dijo que le hiciera el masaje en las piernas.

Ella le dijo que tenía que ir a acabar los deberes, pero él le insistió. Se sacó la toalla y le pidió que lo masturbara. La menor consiguió librarse de su padrastro y huyó corriendo a su habitación, donde se encerró y puso una mesa detrás de la puerta para que él no pudiera entrar. Aunque el hombre la siguió y empezó a golpear la puerta, la niña se quedó allí refugiada hasta que no llegó su madre al cabo de un rato. En aquel momento, no le dijo nada de lo que acababa de pasar con su padrastro.

Al cabo de unas semanas, el 21 de noviembre, el acusado aprovechó que la menor estaba durmiendo para entrar en su habitación y meterse dentro de la cama con ella. La niña lo abrazó pensando que en realidad era su madre, hasta que descubrió que era su padrastro cuando la empezó a tocar y se despertó. Ella le pidió hasta en tres ocasiones que se marchara de la habitación, pero no lo hizo hasta que no empezó a gritar. Entonces, llamó por teléfono a su madre para preguntarle dónde estaba y le explicó lo que había pasado.

A raíz de los dos abusos sexuales, la víctima sufrió problemas psicológicos que le afectaron en su rendimiento escolar y a la hora de dormir. Por su parte, el acusado aseguró en el juicio que la relación con su hijastra era normal y que la veía como una hija. Sin embargo, acabó reconociendo que su conducta con ella quizás no había sido la adecuada y que le había dicho a la niña si quería hablar de sexo.