Una peligrosa moda preocupa a las discotecas de Europa. Se trata de unos misteriosos pinchazos que los jóvenes han notado mientras bailan y que justo después les ha provocado síntomas como vértigo, náuseas o dolor de cabeza. Las autoridades desconocen, por ahora, quién lo hace y con qué.
Preocupación en Francia
El pasado mes de abril Francia advertía de un importante número de denuncias por pinchazos con agujas, una cifra que no ha dejado de crecer desde entonces. En la mayoría de casos se trata de personas jóvenes que se encontraban en algún local de ocio. Según informaba el fiscal de Nantes, Renaud Gaudeul en France Info, gran parte de las denuncias procedían de mujeres de entre 18 y 24 años.
Como asegura el fiscal, varias personas han notado síntomas inmediatos como sueño, vómitos, pérdida de conocimiento o lagunas de memoria. Pero no solo en Nantes está ocurriendo, también en otras ciudades francesas como París, Rennes, Nancy o Toulouse. En total, la policía ha confirmado más de 300 casos en todo el país.
Difícil de detectar
Los ataques a los jóvenes son muy difíciles de descubrir de dónde proceden, incluso por las cámaras de seguridad, ya que las discotecas suelen ser espacios muy concurridos de gente. Pese a haber diversas investigaciones abiertas, todavía no se ha detenido a ningún sospechoso ni se han encontrado las agujas con las que se llevan a cabo los pinchazos.
Los jóvenes que han sido pinchados por esta misteriosa aguja se han realizado análisis clínicos, pero los profesionales médicos no han logrado determinar qué es exactamente la sustancia química que puede contener, ni si es la misma en todos los casos.
Aun así, hay sospechas de qué puede llegar a ser. Las opciones son GHB, un potente depresor del sistema nervioso central que inicialmente puede producir sensación de bienestar y euforia, y éxtasis líquido, conocido como "la droga de los violadores". Se trata de un polvo de color blanco, inyectable, que no que se puede detectar en sangre horas después de ser administrado. Sin embargo, las autoridades no lo relacionan con casos de abusos sexuales porque las denuncias sobre este delito no son elevadas.
Extrañamente, los análisis de sangre no han detectado la presencia de droga alguna o sustancia tóxica en los afectados. Mientras tanto, crece la psicosis ante el aumento de casos y la falta de respuestas. Eloïse Cornut, una de las víctimas, cuenta a Radio France Internationale su caso. El pasado mes de abril, tras regresar de un bar de Nantes, comenzó a sentir sudores fríos, vértigos y escalofríos. A la mañana siguiente ya se encontraba mejor, pero una amiga le advirtió de la presencia de un punto rojo rodeado de uno azul de un centímetro en su brazo. Es entonces cuando se hizo un análisis, pero le salió negativo.
Las autoridades francesas alertan de esta nueva moda que se está extendiendo por todas las discotecas de Europa y que supone un gran peligro para los más jóvenes.