El Tribunal Supremo ha condenado a prisión permanente revisable a José Antonio Pérez por matar a golpes al hijo de su pareja, Cristina Jiménez. La pareja se conoció jugando a la Play Station. Cristina tenía 27 años y un hijo de dos años, Aaron Gálvez, fruto de una relación anterior. Cristina y José Antonio empezaron una nueva vida juntos en Elche (Alicante), pero lo que tenía que ser una vida llena de nuevas oportunidades, se convirtió en una terrible pesadilla para el menor, que convivió con continuos malos tratos. El 13 de septiembre de 2018, cinco meses después, ambos asesinaron a golpes al pequeño después de que este mojara la cama.
Un castigo por hacerse pis en la cama
La sentencia recoge la declaración de José Antonio en el juicio: "Fui a despertar al niño, se hizo pis. Yo le dije que eso no se hacía y fui a buscar la leche. Cuando volví, se había vuelto a mear. Entonces le di en el culo y después perdí la razón y le di en la cabeza. Él hizo un gesto como de dejar de respirar". Sin embargo, la Audiencia de Alicante no mantiene la misma versión de los hechos. Según la sentencia, José Antonio, que era consciente de que podía provocar la muerte del niño, ejerció fuerza física sobre él, "propinándole una paliza, con golpes por todas partes, bofetadas, puñetazos e incluso estampándolo contra alguna superficie". Luego, le oprimió el cuello con tanta intensidad que impedía que el niño respirase con normalidad. "El menor se desvaneció y perdió la consciencia", expone el documento al cual ha tenido acceso El Periódico.
Los condenados no reconocieron los hechos
Más tarde, la pareja, con la ayuda de una vecina, trasladaron al menor al hospital de Vinalpó. Allí, los médicos atendieron al menor, aunque no se pudo hacer nada para salvarle la vida. Los médicos preguntaron a los adultos qué había pasado, pero se dieron cuenta que estaban ante un caso gravísimo de malos tratos continuados. Cristina y su pareja ofrecieron hasta tres versiones distintas de los hechos. Primero que se había caído de la bañera, luego que fueron unos encapuchados que lo secuestraron. Por último, que otros niños lo habían pegado. Sin embargo, sus historias no convencieron a los profesionales, que llamaron a la policía.
El padre del menor, preocupado por el estado de su hijo
El padre de la criatura, Félix Gálvez, se afanó para buscar a su hijo y conseguir que su expareja, Cristina, le dejase verlo. Pero no fue así. Cristina no le cogía el teléfono y nadie de su familia le quería decir dónde estaba el niño. Además, un juez le había impuesto una orden de alejamiento después de que la mujer lo denunciara por malos tratos, un delito del que Félix fue absuelto.
Un castigo físico para "educar" al niño
Ante la jueza, el hombre condenado trató de justificarse: "Cristina dice que ella no sabe educar al niño, delega en mí y mi forma de educar es dando cachetes". Y matizó: "No le doy manotazos a diario, solo cuando veo que ha hecho algo mal". El hombre concretó en su declaración qué comportamientos del niño merecían, a su juicio, un castigo físico: "Si rechistaba, hacía un mal gesto o se hacía pis en el suelo, le daba una palmetada en el culo y lo acostaba". Cristina, por su parte, solo admitió que a su pareja "se le fue la mano" con el niño y trató de exculparlo asegurando que Aaron "era un niño muy trasto".
Condenados a la máxima pena en prisión
Por todos estos hechos, el Tribunal Superior confirma la condena a prisión permanente revisable, la máxima pena posible en el estado español. El Tribunal Superior de Justicia le había rebajado la pena a 20 años de cárcel, pero el Alto Tribunal no lo ha permitido. La madre del niño también está condenada. Según la justicia, no solo por presenciar el asesinato de su hijo, sino que además "era consciente de lo que su pareja estaba haciendo y lo consintió, no haciendo nada para impedirlo".