Una familia entera perdió la vida este jueves en el devastador incendio que calcinó un complejo residencial del barrio de Campanar de Valencia. Marta y Ramón, con sus dos hijos pequeños, Víctor, de tres años, y Carla, de solo dos semanas, se refugiaron en el lavabo de su casa siguiendo las indicaciones de los bomberos durante los primeros momentos del incendio, cuando todavía se desconocía la gravedad de la situación y que las llamas acabarían por devorar los dos bloques de pisos de la urbanización.
Los cuatro cuerpos fueron de los primeros en ser detectados por un dron de los bomberos la misma noche del jueves, horas después de que empezara a quemar una de las 138 viviendas que formaban el complejo y que, a estas alturas, están completamente destrozados. La policía todavía no tiene hipótesis claras sobre qué ocasionó el fuego, pero el fuerte viento y el material con el cual estaban construidos los edificios contribuyeron a la rápida propagación de las llamas, convirtiendo el centenar de pisos en una trampa mortal de la que, desgraciadamente, nueve personas no pudieron escapar. Entre ellas, el joven matrimonio y sus niños, encontrados abrazados en el lavabo, fallecidos a causa del humo tóxico que inhalaron.
Se pudieron despedir por teléfono
Cuando empezó el incendio, Marta y Ramón, como la mayoría de vecinos, intentaron abandonar el edificio bajando por las escaleras. En aquel momento, sin embargo, nadie podía prever el terrible alcance de las llamas, y los bomberos que intentaban contener y sofocar el fuego les recomendaron permanecer dentro de casa con toallas húmedas tapando los huecos de las puertas para evitar que entrara el humo. La pareja decidió hacerles caso: con un bebé recién nacido y con Marta todavía convaleciente después de un parto complicado, les pareció más seguro refugiarse en el piso que bajar corriendo por las escaleras, donde el fuego los podría sorprender en cualquier momento.
Una amiga de la pareja estaba hablando con ellos por teléfono en el momento que dieron media vuelta para volver a casa. Según ha explicado al diario Información, a las 17:49 horas, solo quince minutos después de decretarse el incendio, la joven recibió un mensaje por WhatsApp: "No nos dejan salir". "Si una persona que entiende de incendios te dice que esperes dentro, haces lo que te dicen pensando que eso te salvará, pero no fue así", ha lamentado, destrozada. Hubo muchos vecinos que desoyeron las órdenes de los bomberos y huyeron, salvando la vida de milagro.
Ramón era ingeniero de edificación y comprendió rápidamente la grave situación en la que se encontraban e intentó abrir una de las ventanas para poder salir al balcón, cómo hizo también otra pareja quien, durante más de dos horas, aguantó en la terraza, rodeados por el fuego, hasta que los bomberos los pudieron rescatar con vida. Desafortunadamente, eso no fue posible para Marta, Ramón y los pequeños Víctor y Carla; las llamas eran tan intensas que los arrinconaron dentro del lavabo donde se habían refugiado. En estos últimos momentos, decidieron llamar a la familia, conscientes de que en pocos minutos el fuego pondría fin a sus vidas.
A pesar del humo que los asfixiaba, Ramón pudo explicar la situación a su padre, y Marta se pudo despedir de su madre. Se mantuvieron al teléfono con ellos hasta que la señal se cortó, y ya no pudieron contactar más con ellos. Horas más tarde, los bomberos sacaban los cuatro cuerpos de entre los restos del piso, completamente carbonizado; las muestras genéticas pudieron confirmar su identidad, y sus familiares, amigos y vecinos recibían la devastadora noticia de su muerte.
Las causas, bajo investigación
El juzgado de instrucción número 10 de Valencia se ha hecho cargo del caso y ha decretado el secreto de las actuaciones. La investigación está centrada en aclarar qué causó este terrible incendio que en solo media hora calcinó dos bloques de pisos y causó la muerte de nueve personas; las llamas recorrieron las fachadas a gran velocidad, avivados por el fuerte viento y, posiblemente, por el revestimiento de los edificios, construidos en el año 2008, aunque este aspecto todavía está por aclarar.