San Cosme, y concretamente, los pisos de la última promoción, acabada en el año 2022 y entregada entonces como pisos sociales a varias familias de etnia gitana que se habían desplazado desde otros sitios de Catalunya, se han convertido en plantaciones de marihuana que funcionan a todo trapo bajo el control de dos clanes familiares, los Extremeños y los Castro, a los dos clanes que desde el primer día imponen su ley en esta barriada del Prat de Llobregat. Una de las cinco zonas más complicadas del país. Una no-go zone de manual. Los repartidores de Glovo o Amazon no entran y los carteros y las ambulancias del SEM tienen que entrar con escolta policial.

Son pisos grandes, que estaban arreglados, con varias habitaciones y un comedor amplio que ahora, después de veinte años, se han convertido en plantaciones de marihuana y en el objetivo de los Mossos. Aprovechándose de la impunidad que han tenido los últimos años, los dos clanes familiares han echado del barrio a la gente que no comulga con sus normas y han reconvertido los pisos en plantaciones de marihuana con la luz y el agua pinchada. Los lavabos y la cocina desmontados y las conexiones en la red eléctrica hecha de manera irregular y precaria. Convirtiendo los pisos en verdaderos polvorines con un riesgo de incendio por cortocircuitos muy elevado.

 

Este pasado día 26 de abril los Mossos entraron en todos los pisos de uno de los bloques, en las escaleras 24, 26 y 28, y encontraron marihuana en todos ellos. Se hicieron seis detenidos -entre ellos, un famoso 'gipsy king' de Cuatro, el Charro, del clan de los Extremeño- y durante los días siguientes se han detenido seis personas más, que después de declarar en la comisaría fueron dejados en libertad imputados de un delito contra la salud pública. Los investigadores de la Unidad de Investigación de la comisaría del Prat de Llobregat esperan hacer más detenidos relacionados con las plantaciones durante los próximos días y avisan de que no tardarán demasiado en hacer una nueva operación policial por desmantelar más plantaciones en esta misma zona.

No volver a plantar en el mismo sitio: tapiado con cemento

Estas plantaciones, sin embargo, no serán, y eso es la verdadera novedad de este caso, en los mismos bloques donde se entró la semana pasada. Después de confiscar toda la marihuana que había plantada y haber desmontado todos los aparatos eléctricos que servían para regar y dar claridad a las plantas, los técnicos del Ayuntamiento del Prat retiraron la habitabilidad de los pisos y se autorizó, con un decreto de Alcaldia, tapiar todo el bloque.

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La puerta de la escalera 24 del bloque tapiado con cemento / Cedida

En otras ocasiones se había hecho con puertas antivandálicas que ni duraron 24 horas, pero esta vez se ha querido ir directamente y se han llenado los bajos de las tres escaleras del narcobloc de hormigón armado para evitar que los vuelvan a ocupar. Bajo un importante dispositivo con efectivos de orden público, con ARRO y Brimo, los Mossos arrancaron el operativo a las seis de la mañana y lo alargaron hasta la una de la madrugada, cuando las 60 toneladas de cemento ya se habían hecho fuertes y habían hecho imposible volver a entrar.

Esta acción, coordinada entre los Mossos d'Esquadra, la Policía Local del Prat de Llobregat, Endesa y el mismo consistorio, ha permitido sacar de circulación uno de los bloques que era una factoría de marihuana. Todos los pisos estaban preparados para cultivar esta droga y los dieciséis pisos gastaban luz como si hubieran conectado 174 pisos. En el interior del bloque se encontraron 2.700 plantas, con un valor al mercado negro que puede llegar a los 2 millones de euros, según la policía catalana.

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Plantas de marihuana abandonadas al lado de la comisaría, en el Prat de Llobregat / Cedida

Miedo a perder todos los pisos

El inspector jefe de la comisaría de los Mossos del Prat de Llobregat, Manel Hermida, ha celebrado la operación y valorado esta coordinación que ha permitido, por primera vez, tapiar un bloque entero para evitar que se vuelva a convertir en una plantación. El inspector ha explicado que durante tres días han ido apareciendo, en torno a la comisaría, plantas de marihuana todavía con la droga. La policía lo interpreta como un gesto de los patriarcas del clan para evitar que los Mossos sigan entrando a los pisos y que, como han hecho a las escaleras 24, 26 y 28, queden completamente inaccesibles llenas de hormigón armado. Hermida, sin embargo, ha avisado de que la lucha contra la marihuana no se detiene y que los Mossos d'Esquadra tienen claro cuál es el objetivo de este peligroso modus vivendi que permite grandes rentabilidades con el cultivo y la venta de la droga a mafias en el extranjero.

Hermida _ el Prat de Llobregat _ Mossos d'Esquadra
A la derecha, el inspector Hermida, jefe de los Mossos en el Prat de Llobregat / GRS

La guerra contra los sectores criminales de estos dos clanes han mutado durante los años. Antes se dedicaban al tráfico de pequeñas cantidades de cocaína, un delito con penas de prisión más elevadas. Ahora, en cambio, desde 2015, que los dos clanes se dedican al cultivo y venta de marihuana, un hecho que da más beneficios y que, al mismo tiempo, de acuerdo con el Código Penal, tiene unas penas de prisión mucho más bajas. Sin ir más lejos, los primeros seis detenidos acumulaban 60 antecedentes por los mismos delitos.

Los Mossos atacados por los jóvenes del barrio

Que la operación policial de la semana pasada fue efectiva y que tapiar el bloque donde se pensaban que la policía no entraría nunca fue un éxito lo avala que el barrio está en pie de guerra. Las últimas noches los jóvenes del barrio, atizados por los patriarcas, han generado incidentes quemando contenedores y coches y tirando piedras contra la comisaría y en medio de la carretera. Hoy por hoy, no se han producido detenidos, aunque la policía catalana tiene los alborotadores identificados y serán detenidos durante los días que vienen. Los mismos patriarcas que controlan el barrio y que envían a los jóvenes a enfrentarse con la policía han intentado abrir una vía de negociación con los Mossos, pero la policía, mientras duren los ataques, han evitado sentarse con los responsables de los dos clanes familiares de San Cosme.