Pronto hará tres años que Mataró tiene en marcha una unidad singular a nivel nacional. La colaboración entre dos cuerpos policiales, creando una unidad permanente de patrullaje motorizado, solo pasa en la capital del Maresme, y hace tres años que dos cabos —uno de la policía local y uno de los Mossos— tuvieron esta idea que, con la buena disposición por parte de las direcciones policiales de los dos cuerpos, ya se ha convertido en una necesidad en la ciudad. Bautizados como Guilles, como sus primos hermanos de Barcelona -ElCaso.com los pudo acompañar hace poco en un patrullaje, también—, el experimento de Mataró va más allá y no solo está formado por agentes de la policía catalana. La unión hace la fuerza, y es la máxima que han explotado durante estos años el cabo Boltas, de los Mossos, y el cabo Rosales, de la policía municipal. Los dos son los ideólogos de esta unidad mixta y los encargados de estirarla.
Pero aceptan, en una entrevista en ElCaso.com, que más bien lo que tienen que hacer es frenar a los agentes que forman parte de ella. Para conocer como han conseguido, con un patrullaje intensivo, con saturación y aliados con las motocicletas —que permiten llegar a lugares donde los coches no pueden— pacificar algunas plazas de Cerdanyola y Rocafonda donde antes costaba ver a los chiquillos jugar a fútbol y que ahora, centímetro a centímetro, han ido recuperando. Rosales y Boltas, Boltas y Rosales, trabajan casi mano a mano. Los colores del uniforme los permite diferenciar, evidentemente, pero no la forma de trabajar. Los dos explican que los agentes de las dos policías que forman parte de esta unidad Guilla de Mataró se han convertido en un mismo pelotón y trabajan de manera conjunta, sin importar nada a qué estadística acaba una detención o una incautación de droga o de armas. ElCaso.com los ha acompañado durante una tarde de trabajo en Mataró. Desde que se ponen el casco, no se detienen. Ni tiempo para merendar. Se puede ver en el siguiente vídeo.
Los integrantes de la unidad Guilla de Mataró inician al servicio en dos briefings diferenciados: en la comisaría de la policía local de Mataró o en la de los Mossos d'Esquadra. Después de repasar las novedades de cada cuerpo, sin embargo, se encuentran con sus compañeros. Comparten las novedades relevantes y se ponen a trabajar. Hacerlo en moto les permite ser mucho más ágiles, llegar a lugares mucho más rápido y llegar a puntos, como los centros de las plazas, donde con un vehículo de cuatro ruedas es mucho más complicado y les resta efectividad. De camino a la zona de playa, los agentes detectan un habitual en coche. En una maniobra rápida, imposible de hacer en coche patrulla, lo paran, lo registran, lo identifican y le retiran material supuestamente sustraído. Denunciado, de nuevo. Lo conocen por el nombre y el apellido. La presión no se detiene. Esta es la orden de los mandos para esta singular unidad policial que, con esta coordinación entre los dos cuerpos, no funciona en ningún sitio más del país. Los Guilla de Barcelona solo están formados por agentes de los Mossos. Combinar la información, la inteligencia y las competencias de las dos policías hace más robusta la respuesta.
El patrullaje de los Guilla de Mataró está pensado para atacar zonas con más conflictividad: la zona del paseo marítimo —ahora empieza la temporada—, la zona de la estación —se mezclan ladrones y camellos— y también las plazas de interior, donde hay que actuar con contundencia para evitar que los camellos y malhechores se las hagan suyas. Los mandos marcan los objetivos de cada día con patrullajes dirigidos a lugares concretos. La guerra se gana centímetro a centímetro. Rosales explica a ElCaso.com que saturar los espacios, pasar cada día, identificar cada día a las personas con actitudes sospechosas en la vía pública o en bares conflictivos hace que los habituales se lo piensen dos veces. Y se nota. Tres años de presión, casi diaria, en algunos puntos de la ciudad han dado frutos. "Ya los hemos sacado del centro de la plaza", asegura Rosales. Y cada vez es más complicado que lleven armas o drogas encima. "Saben que los identificamos y registraremos dos veces por semana; han empezado a entender que no pueden llevar armas o drogas", insiste.
Es un trabajo de hormiga, no lo niega el cabo, pero que dé resultados les permite, de cara a los mandos, justificar esta unidad, que ya se ha convertido en una necesidad en Mataró. Los jefes de la policía local, el intendente Xavier Santajuliana, y de los Mossos, el inspector Josep M. Cavallé, tienen máxima confianza en estas unidades, como también la concejala Núria Moreno, titular de la concejalía de Seguridad, pero los dos cabos explican que un cambio político o de dirección tampoco haría posible disolver los Guilla. "Ya somos una necesidad de ciudad", asegura Rosales. El agradecimiento de los vecinos que han visto cómo, poco a poco, se recuperan algunos espacios —sobre todo plazas— también sirve a los dos responsables de Guilla para cargar fuerzas y seguir trabajando en este proyecto que pronto cumplirá tres años.

De camino a una plaza, los agentes reconocen a un hombre. Entra y sale de la prisión. Acostumbra a tener órdenes de búsqueda y captura colgadas en la base de datos de la policía. Lo paran, lo registran, tiene más de veinte antecedentes. Hoy no lleva nada extraño encima y no consta que ningún juzgado, todavía, lo esté buscando. Lo dejan seguir. Pero sabe que, si tiene algo pendiente, lo conocen, lo pararán y lo acabarán deteniendo. El objetivo es hacer cumplir la ley, evidentemente, pero la presión también quiere mandar un mensaje: Mataró no es un lugar de campar a sus anchas. La policía te vigila. En la zona de la playa, los agentes registran a un grupo de jóvenes magrebíes que se dedican a robos con fuerza y estafas. El mismo objetivo: la policía os vigila. Un par de estos jóvenes, ahora están sentados en unos bancos de una plaza. Son habituales de las fichas policiales. Algunos ya los han detenido tres o cuatro veces. Después de registrar a los parroquianos de un bar de Cerdanyola, por radio agentes de paisano de los Mossos avisan de que han detectado a un hombre con cocaína y han conseguido saber de donde salía. De una barbería. La quieren registrar. Necesitan la ayuda de los Guilla. Iban dirección a la comisaría a merendar. Pero giran cola. La entrada en la barbería sale bien. Ha permitido confiscar varias fracciones de droga y detener a uno de los responsables del local por tráfico de drogas. Trabajo hecho.
Los datos avalan el trabajo de los Guilla
Según datos en las cuales ha tenido acceso ElCaso.com, el año pasado, el 2024, el servicio conjunto de patrullaje con la unidad Guilla entre Mossos y Policía Local permitió detener casi a 450 personas. Más de una persona cada día. Más de la mitad, detenidos en caliente, es decir, pillados haciendo algún tipo de delito. La otra mitad, también relevante, personas que tenían pendiente una orden de búsqueda y captura. Siguiendo el hilo del explicado anteriormente, el trabajo de localizar fugitivos, personas con búsquedas policiales o judiciales pendientes, también ayuda en este objetivo compartido de pacificar la ciudad. El año pasado, los agentes motorizados Guilla retiraron de la calle más de 200 armas y se hicieron 1.457 decomisos de drogas en la vía pública, en cacheos y también en inspecciones en locales.

Frenar a los agentes para evitar que se quemen
Una de las particularidades de esta unidad mixta Guilla es el número de detenidos e intervenciones —algunas en caliente, con poco tiempo de respuesta o planificación— que hacen. Eso es la clave del éxito, pero también puede ser un problema. Los dos cabos, más allá de planificar servicios, patrullajes y operativos —empiezan también a desplegarse el fin de semana en la zona de ocio, con resultados muy positivos— tienen entre ceja y ceja mantener el equipo fuerte. El trabajo de Guilla es exigente y de alta intensidad. El trabajo no se acaba. Los agentes reciben avisos y quieren llegar a todas partes. Fueron los primeros en llegar cuando hirieron al padre de Lamine Yamal en una pelea, el agosto pasado, y fueron muy útiles por su conocimiento de los habituales en las detenciones que se hicieron durante los días de disturbios en Mataró.
Y cuando llaman a filas para dispositivos especiales, son los primeros a levantar la mano. Muchas veces, el trabajo de los dos responsables de Guilla es frenar a los agentes para evitar que se quemen. Es una capacidad policial necesaria en Mataró para seguir en el camino de recuperar la ciudad. Pero más allá de los datos, hace falta que el equipo humano también funcione. De momento, lo consiguen. El café rápido que hacen en un bar de Rocafonda es casi una reunión de trabajo. Comparten fotos de una bicicleta robada y fabulan donde puede haberse escondido el ladrón, un habitual y conocido de los agentes de los dos cuerpos.

