El exceso de velocidad es una de las principales causas de accidentes mortales que existen. Conducir superando el límite de velocidad pone en riesgo a los ocupantes del mismo coche, pero también al resto de conductores que circulan por la vía. Para evitarlo, la Dirección General de Tráfico (DGT) tiene desplegados por todos el territorio centenares de radares fijos para controlar que los vehículos circulen dentro de los márgenes establecidos por la ley. No hacerlo, puede comportar elevadas multas para los conductores.
Estos radares de velocidad pueden estar más o menos escondidos, pero su ubicación es de conocimiento público y todo el mundo que quiera lo puede saber. Por eso, muchos conductores que circulan por encima de la velocidad permitida, frenan antes de llegar para que no sean detectados y los multen. Una vez superado, vuelven a aumentar la velocidad hasta que se encuentren el siguiente radar. Hecha la ley, hecha la trampa.
Radares de tramo y radares en cascada, los dos métodos de la DGT para evitar frenar antes
La DGT sabe esta práctica e intenta evitarla. Por eso, ha optado por llevar a cabo dos medidas que hará que los conductores se lo piensen dos veces antes de superar la velocidad permitida y frenar antes de llegar al radar para que no los multen. Uno de estos mecanismos son los ya conocidos radares de tramo. Estos se indican con un cartel al inicio y al final y marcan la velocidad máxima permitida. Aproximadamente acostumbra a tener una distancia de entre tres y cinco kilómetros.
Aunque se llamen radares por tramo, en realidad son unas cámaras de visión artificial similar a las de los semáforos de algunas ciudades y funcionan mediante una luz continúa de infrarrojos. Al principio del tramo hay una cámara que graba la matrícula y la hora exacta de paso. Al final hay otra cámara que vuelve a grabar la matrícula y la hora exacta de salida. Así, se calcula la velocidad media que ha tardado en circular de un punto al otro. Si es superior a la permitida, el conductor recibe la multa.
Por otra parte, existen los radares en cascada. Estos no son tan conocidos por los conductores y tienen peor intención. Acostumbran a ser móviles, aunque también pueden existir fijas. Se colocan unos metros más allá de otro radar fijo que todo el mundo sabe donde está ubicado. De esta forma, cuando el conductor frene en aquel radar para que no lo pillen y vuelva a acelerar después, será el segundo radar el que lo multará. También puede que se coloque unos metros antes, así que te multarán incluso antes de frenar.