Podría ser el guion de una serie de Netflix, pero es la realidad, la triste realidad. Los Mossos d'Esquadra y la Ertzaintza han desmantelado el laboratorio de drogas sintéticas más grande nunca descubierto en Catalunya y en el resto de España. Así lo verifica uno de los más importantes expertos de la policía vasca, Hermelo Molero, jefe del grupo antidrogas de la comisaría de Bilbao. El laboratorio, instalado en el garaje de un chalet de Mont-roig del Camp (Tarragona), estaba liderado por un joven, Fredi, de 35 años, de nacionalidad española y vecino de toda la vida de este municipio del Baix Camp, según ha podido saber El Caso, de los detalles de la explotación de esta investigación que ha permitido desmantelar el Breaking Bad catalán.
El responsable de este laboratorio de tecnología avanzada había instalado las máquinas, de complejidad técnica, en el garaje de una casa a nombre de su madre, y que él pagaba la hipoteca, con el dinero que ganaba, presuntamente, de la droga que fabricaba y la que vendía, nunca al detalle. Todas las transacciones se hacían a gran escala. Como uno de los días que los Mossos pillaron a uno de sus compradores con un cargamento de "cocaína rosa", la conocida como 2CB o Tucibi, de 1.152 pastillas.
Vigilado por los Mossos por sus compras
Los Mossos hacía días que vigilaban el chalet, después de recibir el aviso por parte de la policía vasca y del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) que se estaban haciendo compras de material precursor destinado a la fabricación de drogas de diseño y que llegaban a este chalet de Mont-roig del Camp. Una de estas sustancias, que según ha sabido El Caso, las compraba el joven en el internet oculto o deep web, era lo que se conoce como nitrometano, que si bien es habitual comprarlo con una pureza que oscila entre el 10-25%, en el caso del laboratorio de Fredi era del 100%.
La clave de su éxito era no haber levantado hasta ahora la liebre en la compra de estos productos que utilizaba para convertirlos en droga. Hacía años que se dedicaba, con otros volúmenes, a este tipo de negocio. Sin embargo, no tenía ningún antecedente relevante. El año 2004 la Guardia Civil lo pilló haciendo un cohete casero y fue denunciado. Nada que ver con el imperio de la droga que había levantado ahora, en esta urbanización de Mont-roig del Camp.
Entre esta información y la detención de uno de sus compradores, los Mossos recogieron bastantes indicios para poder entrar en el chalet y desmantelar el laboratorio clandestino y detenerlo a él y a su pareja. Con la colaboración del Grupo Especial de Intervención (GEI) y especialistas del TEDAX y de la Policía Científica aseguraron y revolvieron de arriba abajo el chalet. Se encontraron una instalación con maquinaria de gran complejidad técnica, e incluso peligrosa, que el hombre utilizaba para fabricar la droga.
Un "cocinero" autodidacta
Los Mossos no han podido averiguar cómo Fredi se formó para conseguir conocer el proceso de elaboración de esta gran variedad de drogas que fabricaba desde su taller de Mont-roig del Camp.
Lo que sí que han asegurado es que no tiene formación reglada en química. Sí que han encontrado decenas de libros y recetas manuscritas que están investigando de dónde han salido y que son las que utilizaba para hacer todo su catálogo de drogas —ofrecía más de 50 diferentes—, que podía hacer a encargo y con las formas y colores que los compradores necesitaran, para colocar después. La realidad, muchas veces, supera la ficción, y la policía catalana tiene la sospecha de que el joven había recibido formación de una segunda persona, que ya no formaba parte del entramado.
Orgulloso de su capacidad
Cuando los Mossos entraron en el laboratorio de Mont-roig del Camp, Fredi se mostró tranquilo, colaborador y, hasta cierto punto, "orgulloso" de su capacidad. Sabía perfectamente que tenía un nombre bien reputado en el mundo de la droga en el Camp de Tarragona y por toda Catalunya. Del garaje de casa de su madre salía droga casi pura, fabricada por él, con valores económicos de escándalo en el mercado negro, que acababan moviéndose por todo el Estado. De trato afable, personas que lo conocen recuerdan que explicaba cómo elaboraba la droga y también cómo, sin que ningún policía lo pillara, encargaba y conseguía la droga en el internet profunda.
Fue una investigación de los grupos antidroga de la Ertzaintza, especialistas en este tipo de drogas, muy habituales en Euskadi, que permitieron ubicar este garaje en el Baix Camp, un laboratorio clandestino que el Área de Investigación Criminal (AIC) del Camp de Tarragona de la policía catalana ni sospechaba que existía.
No perdió la sonrisa durante todo el registro, sabiendo que lo que había conseguido podría servir de guion de Netflix si no se hubiera grabado todavía la mítica Breaking Bad. "Lo que hacía era muy complicado de hacer. Es brillante. Ha enfocado su vida al mal, pero tenía mucho potencial para hacer cosas grandes", aseguran los investigadores que lo han cazado. "La droga que suministraba era de la mejor que se había probado nunca en Tarragona", aseguran personas próximas a la investigación.
La hipótesis de los investigadores apunta que las drogas eran enviadas por diferentes medios de transporte hasta los Países Bajos o de otros países del norte de Europa y España. La venta por Tarragona era residual, y la gente que colocaba su droga, lo hacía, después de varios intermediarios. En el registro se encontraron drogas por valor de 4,3 millones de euros en el mercado negro. Entre otros, speed cortado y para cortar, material para hacer cocaína rosa, varios kilos de ketamina, MDMA, marihuana y... armas.
Aficionado a las armas
En el registro en casa de Fredi se encontraron, además del laboratorio de droga, un espacio donde soldaba, otra parte donde modificaba armas, y una zona donde presuntamente fabricaba explosivos. Le encontraron manuales de fabricación, transporte y almacenamiento de material explosivo, así como de otros libros de interés para la investigación. También se intervinieron cinco armas cortas y cinco más largas, tres supresores, alguno de ellos insertados en las armas de fuego en disposición para hacer fuego, munición real y de fogueo, y restos de proyectiles desmontados con los cuales se apunta a la hipótesis que los desmontaba para extraer elementos como iniciadores o pólvora, que presuntamente utilizaba para hacer otros proyectos.
Agentes de Información de los Mossos están analizando las armas para saber si, como se sospecha, invertía su tiempo libre en la fabricación de armas y explosivos por ocio, o si tenía otra línea de negocio y vendía, también por la misma plataforma donde conseguía el material para fabricar la droga, la deepweb, armas a grupos criminales. Una de las armas de fabricación casera que se ha encontrado en la investigación la utilizan ladrones que se dedican a hacer saltar por los aires cajeros automáticos.
Él, su pareja y uno de sus compradores, a prisión
Después de ser arrestados, el pasado 15 de junio, Fredi, considerado el jefe del grupo y el "cocinero", junto con su pareja y también uno de sus compradores, pasaron a disposición del juez que había tutelado la investigación, el decano de los Juzgados de Reus, el superjuez Diego Álvarez de Juan, que ordenó el ingreso a prisión de los tres. La causa está abierta por los delitos contra la salud pública y tenencia ilícita de armas y explosivos.
Los Mossos d'Esquadra mantienen abierta la investigación para intentar relacionar a Fredi con otros delitos y poder también saber para qué grupos de narcotraficantes, como también pasaba en la serie de Walter White y Jesse Pikman, trabajaba Fredi.