Informantes anónimos han permitido que la Policía Nacional detecte un caso de explotación laboral en un bar de Terrassa (Barcelona). Un hombre de nacionalidad marroquí ha pasado los últimos tres años de su vida trabajando más de diez horas al día sin un solo día de vacaciones, y sin tener contrato o estar dado de alta en la Seguridad Social, por un salario mensual de 700 euros. La Policía Nacional, con la colaboración de la Policía Local de Terrassa y de Inspección de Trabajo de Cataluña y  Seguridad Social, inició una investigación después de que diferentes publicaciones anónimas alertaran de este presunto caso de explotación laboral. El operativo policial se ha saldado con la detención del dueño del bar donde la víctima trabajaba, a quien acusan de un presunto delito contra el derecho de los trabajadores

El dueño del bar se aprovechaba de la situación de vulnerabilidad de la víctima 

La víctima, un hombre original de Marruecos, se encontraba en España sumida en una situación de vulnerabilidad de la que el dueño del bar donde trabajaba se aprovechó gratamente. El propietario del establecimiento era conocedor de que la situación de su camarero en el país era irregular, así como del hecho que la víctima no tenía familia ni conocidos cercanos; además, también sabía que su compatriota tenía un escaso nivel académico y formativo, de lo que también sacó ventaja. Todos estos factores hacían que la víctima se viera engañada, y prácticamente obligada, a aceptar las duras condiciones laborales impuestas por el propietario del bar. 

Las condiciones laborales en las que la víctima de este presunto caso de explotación laboral trabajaba eran muy cercanas al infierno. El hombre, que llevaba trabajando en el mismo establecimiento desde hacía tres años, tenía jornadas laborales maratonianas, de más de 10 horas al día, seis días a la semana. Por si no fuera suficiente, el trabajador lleva estos tres años trabajando sin disfrutar de un solo día de vacaciones, más que el que cerraba el local. Como era de esperar, tampoco estaba dado de alta en la Seguridad Social, no había visto o firmado ningún contrato, y no disponía de los derechos mínimos, como son un seguro médico o un descanso para comer. El salario mensual que percibía por trabajar más de 60 horas a la semana era irrisorio: cobraba, como mucho, 700 euros. 

La víctima se mostraba temerosa y asustada ante las posibles represalias de su jefe

Diversas publicaciones de informantes anónimos en el portal de la policía hicieron saltar las alarmas entre las fuerzas del orden, que abrieron una investigación para esclarecer si, efectivamente, estaba ocurriendo un caso de explotación laboral en la ciudad vallesana. Después de varias gestiones, los agentes se personaron en el local para realizar una inspección, encontrándose con el camarero afectado atendiendo la barra. La víctima, ante la presencia y las preguntas de los agentes, se mostró asustada y con una actitud temerosa, ante las posibles represalias de su jefe. No obstante, finalmente acabó confesando las duras condiciones laborales en las que trabajaba.

Una vez los agentes probaron los hechos, procedieron a detener al dueño del bar, local que tampoco estaba registrado legalmente. El detenido podría enfrentarse a una pena de varios años de cárcel, así como a una multa económica, en caso de confirmarse que ha estado explotando laboralmente a una persona.