Tres días después del inicio de la rave de Sarral parece que este lunes los organizadores irán recogiendo. El viernes por la noche empezaron a hacer sonar los altavoces gigantes que hay en dos escenarios repartidos en un campo en barbecho a unos seis kilómetros de Sarral, en la Conca de Barberà. El sábado y domingo la fiesta no se detuvo y este lunes a primera hora todavía quedaban algunos de los asistentes. Lejos de los 700 que había habido, pero todavía con un centenar largo de personas bailando ante la música.
Llegar no es misión fácil. Desde el pueblo, aunque son pocos kilómetros, el camino se va enzarzando cuando va subiendo en dirección al Mas del Cano haciendo el trayecto cada vez más complicado, alargándolo unos veinte minutos hasta que se puede llegar a la explanada que desde el viernes es una fiesta rave. Parece mentira que hayan podido llegar no solo coches, también caravanas y grandes camiones que sirven para dormir y para transportar los grandes altavoces que no se han detenido ni un minuto desde el viernes.
Nadie sabe quién lo organiza. O nadie lo quiere explicar. "Autoorganización", asegura un italiano que ha traído un pequeño camión y que ha trasladado parte de uno de los equipos de música. Ha estado algunos meses en Marruecos, donde hicieron una fiesta parecida en el sur del país, y después subieron hacia Catalunya, donde hacía días que sabían más o menos dónde tenían que montar los aparatos. "Hay mucha coordinación entre nosotros", explica. Por grupos de Telegram se preparan, buscan sitios y convocan a la gente. Tenía que ser un gran escenario con dos grandes equipos de sonido, pero los organizadores de los colectivos españoles decidieron montar un escenario B, a 50 metros de la plataforma que ya habían montado los italianos, el A. Los dos escenarios no se han detenido. La música, al oído humano, parecía casi la misma. El joven italiano que ha llevado el aparato de música no sabe explicar las diferencias entre los dos estilos de música, pero asegura que las hay.
Coches, furgonetas, música, pizza y gallinas
Toda la explanada está llena de coches, furgonetas, caravanas y grandes camiones. Este lunes quedan muchos menos, asegura un grupo de catalanes que han venido desde Manlleu, en Osona, y que ya recogen. No tienen nada de prisa, nadie los espera, explican, pero ya tienen suficiente. Saben que los Mossos les esperan a la salida, pero creen que ya no darán positivo y en el vehículo lo tienen todo en regla. Durante todo el fin de semana los Mossos d'Esquadra mantienen controles de paso en las entradas de los caminos que llevan hasta esta zona de Sarral para evitar que lleguen más coches y furgonetas. Además de los dos franceses detenidos —que ya están en libertad—, se han hecho una treintena de denuncias por positivos por drogas y alcohol y por falta de ITV cuando los coches salían del perímetro.
En el interior, sin embargo, la fiesta sigue. A las ocho de la mañana de este lunes la música todavía resonaba. Las gafas de sol ayudaban a aguantar el sol que estaba medio saliendo y que empezaba a molestar a los ojos. Al contrario de lo que podría parecer, que con el paso del tiempo los bailadores irían a menos, cada vez más gente se ha ido reuniendo en los dos escenarios con el nuevo día, a pesar de ser lunes. Aparte de los dos escenarios, los organizadores han instalado dos barras y sirven bebidas. También hay más carpas que sirven para repartir comida. Unos italianos preparan una masa de pizza que cocerán en un horno de leña, unos franceses preparan unas croquetas de arroz que después freían en un bol de aceite ardiendo y otros franceses, cuando se han despertado, han puesto en marcha una sartén para hacer crepes. Comida no falta. Casi junto al escenario hay un pequeño corral con dos gallinas. Nadie ha sabido aclarar qué hacían allí.
La fiesta va a la baja
El ambiente en la fiesta, aunque ya iba a la baja, era animado. Grupos de jóvenes, la mayoría ya abatidos esperando para poder coger el coche y volver a casa o seguir la fiesta en otro sitio, y algunos, muchos menos, todavía bailando delante de los altavoces. A las doce del mediodía la fiesta todavía seguía.
En torno a las once de la mañana, dos patrullas de los Mossos d'Esquadra han llegado a la explanada de la fiesta y se han dirigido hasta la barra, donde han intentado hablar con algunos de los organizadores para conocer sus intenciones y qué tienen previsto hacer. Nadie sabía quiénes eran los coordinadores —o no lo querían saber— pero todos han coincidido en explicar a la policía que su idea es hoy, cuando la gente se acabe de agotar y los que están durmiendo acaben de descansar, desmontar los equipos y marcharse. La música se puede acabar esta noche y durante un par de días todavía puede haber gente en la zona, creen los Mossos d'Esquadra. Las personas con quienes han hablado los agentes, a pesar de asegurar no ser los organizadores, dicen que dejarán la zona tan limpia como puedan. Durante la mañana ya se veían algunos jóvenes con bolsas de basura recogiendo vasos y otros plásticos que estaban por el suelo. Y ya hay varios detenidos, el último a las 15.53 horas cuando un vehículo, conducido por un hombre de nacionalidad y residencia en Italia, que venía de la fiesta ilegal se ha saltado un semáforo en el Pla de Santa Maria y ha dado positivo en drogas (anfetaminas, metanfetaminas, cocaína y THC).
Desde el pueblo no se llega a oír la música de la fiesta. Los vecinos no han visto demasiado movimiento, más allá del primer día, cuando había la caravana de coches en dirección a la fiesta, y que nadie pudo parar. Tienen miedo por cómo quedará la zona, que es un área de cultivo, y también el espacio natural que está junto al lugar donde se celebra la rave, pero coinciden en que la fiesta no molesta y algunos de los vecinos que han podido acceder han visto que, aunque se hace sin permisos y sin seguridad, no dista demasiado de cualquier otro tipo de fiesta que se pueda hacer por la zona.