Las estafas, como los seres humanos, tienen su ciclo de vida, aunque en su caso son inmortales. De vez en cuando, cuando ya están demasiado vistas y todo el mundo se las conoce, desaparecen para caer en el olvido y volver al cabo de un tiempo cuando es más fácil que las víctimas vuelvan a caer. Este es el caso de las falsas llamadas bancarias. Desde los cuerpos policiales y las asociaciones de consumidores se ha detectado en las últimas semanas un incremento de este tipo de fraude, en el que los ciberdelincuentes suplantan los bancos para llamar a sus clientes, engañarlos y conseguir sus datos personales y bancarios.

Una estafa difícil de detectar

Esta estafa está cada vez más perfeccionada a fin de que sea muy difícil de detectar por parte de la potencial víctima y caiga a la trampa. En la pantalla del teléfono móvil de la persona a quién se quiere engañar, sea a través de un mensaje por SMS o de una llamada telefónica, los estafadores consiguen que salga el número oficial de la entidad financiera, lo que otorga credibilidad al fraude y hace pensar al cliente que en realidad se trata de su banco. Cuando la persona acepta la llamada pensándose que es seguro, empiezan los problemas.

Los ciberdelincuentes le dicen que la llamada se debe a un motivo de seguridad por un movimiento sospechoso que se ha producido a través de la tarjeta bancaria. Para intentar solucionarlo, piden unos códigos enviados a través de la app oficial del banco. La realidad, sin embargo, es que estos códigos sirven para autorizar movimientos, haciendo el efecto contrario al deseado y permitiendo que el estafador se pueda transferir el dinero a su cuenta corriente. En algunas ocasiones, incluso, han llegado a pedir el código de acceso a la aplicación móvil del banco para poder actuar en ella con total libertad. Ante esta situación, se recomienda no hacer nunca caso a este tipo de llamadas y, sobre todo, no hacer ninguna operación de este tipo de manera remota ni facilitar ningún código.