La droga entra en la prisión. Sea a través de las visitas que reciben a los presos, por funcionarios corruptos —antes del verano se supo que uno, de la cárcel de Tarragona, se había aliado con un narco entre rejas para mover droga; por suerte, pasa poco— o, también, y recientemente, desde el aire, a través de drones. Es el caso que se ha detectado los últimos días en la prisión de Brians 1, según ha podido saber ElCaso.com. La última semana, los funcionarios que se encargan de la seguridad de la prisión, una de las mayores del país, han detectado como mínimo tres incursiones con drones. El objetivo de las personas que los hacen volar es conseguir dejar en el interior del centro penitenciario drogas y otros materiales.
Por las cámaras, los funcionarios han podido hacer el seguimiento de los drones y en una ocasión se ha podido recuperar el material. Según ha podido saber ElCaso.com, se encontró un paquete con casi 200 gramos de hachís en dos ladrillos de 100 gramos cada uno. Dentro del paquete también se encontró un móvil pequeño, de los que utilizan los internos para comunicarse, de manera irregular, con el exterior, y también otras herramientas como unos auriculares y conectores de terminal móvil. El material fue interceptado en el patio del módulo 1 de Brians 1, después de seguir el dron por cámaras hasta que dejó caer el material. Sin embargo, no se pudo intervenir el dron que utilizaron para entrar el material en la cárcel.
Según fuentes penitenciarias, la visualización de drones en la prisión de Brians 1 es frecuente, y aunque se hacen seguimientos y los funcionarios intentan poder recuperarlos o intervenir el material antes de que llegue a manos de los internos, son conscientes de que no se puede parar todo al 100% y que algunos de estos artículos prohibidos acaban en el interior del centro. En este caso se trata de droga, pero los funcionarios tienen miedo de que alguna vez estos drones permitan la entrada en la cárcel de armas que puedan generar heridos entre los mismos internos o contra los trabajadores de la prisión. Los hechos han sido puestos en conocimiento de los Mossos, que han abierto una investigación, si bien, hoy por hoy, sin muchos avances. El objetivo es saber qué organización criminal envía la droga, si hay un mercado instaurado y, sobre todo, quiénes son los internos que la reciben y la ponen en circulación en el interior de la prisión.
No se avanza en seguridad
Sorprende también que no se haya adelantado en la instalación de inhibidores, una medida que el Departament de Justícia y los sindicatos de los trabajadores de prisiones acordaron en el año 2024 en el paquete de medidas de seguridad que se pactaron entre administración y funcionarios a raíz de la crisis por el asesinato de Núria, la cocinera de Mas d'Enric, la prisión de Tarragona, que fue apuñalada por un interno que tenía acceso a los cuchillos de la cocina donde trabajaba. El hombre que mató a esta trabajadora del centro ya había matado a otra mujer, una prostituta, en Valls, hacía años.