Cinco años del doble asesinato de Marc Hernández y Paula Mas en el pantano de Susqueda (Selva) y continúa siendo todo un misterio. Muchas piezas están, aún, sin resolver, pero aparecen nuevos testigos que aportan datos que nunca antes habían trascendido y que podrían ayudar a esclarecer el caso. La joven pareja viajaba desde la comarca del Maresme con su Opel Zafira para dirigirse hacia el pantano de Susqueda para salir a navegar en kayak. Sin embargo, las últimas imágenes de Marc y Paula son las de una cámara de un cajero de La Cellera de Ter. Desde entonces, nunca más se volvió a ver la pareja, que no volvió del embalse de Susqueda, donde más tarde se descubriría que fueron asesinados a tiros. Ahora, cinco años después, las piezas de este doble crimen siguen sin encajar.

La periodista de sucesos en El Punt AvuiTura Soler, ha seguido de cerca el caso, e incluso ha escrito un libro titulado 'A orillas del pantano', donde explica el rompecabezas que supone la investigación y sus demasiados cabos sueltos. "Hay un retablo, que es el pantano de Susqueda, y muchas piezas que son ciertas y que han sido comprobadas, pero luego no hay forma de hacer que encajen", asegura la periodista. El crimen tuvo lugar el 24 de agosto de 2017, justo cuando Catalunya se sumergía en un profundo dolor por los atentados del 17-A en las Ramblas de Barcelona y  Cambrils. Debido al atentado, el doble crimen de Susqueda pasó a un segundo plano, pero con el tiempo, ha emergido con más fuerza que nunca.

El único sospechoso, en libertad

Jordi Magentí, el principal sospechoso y encausado del asesinato fue puesto en libertad después de pasar un año en prisión. El juez instructor del caso decidió su puesta en libertad por falta de indicios suficientes, ya que no se encontraron restos de ADN de las víctimas en su ropa, no existe un móvil claro, no hay arma del crimen y los jueces cuestionaron incluso la certeza con la que la policía ubicaba el lugar del asesinato: una masía abandonada al pie del pantano, la Rierica. Los cuerpos de Marc y Paula, su coche Opel Zafira y los kayaks fueron encontrados en distintos puntos del embalse.

Magentí pasó 3030 días en prisión preventiva. Uno de los indicios que lo acusan es que él mismo reconoció haber estado pescando en la Rierica justo ese día a esa hora. A esto, se le suman sus antecedentes. Es un hombre con un trastorno límite de personalidad, con dificultades para controlar brotes de ira y que mató a su exmujer en 1997. También hay constancia de que su vehículo, un Land Rover blanco, fue captado por cámaras de seguridad del pantano poco después del Opel Zafira. Durante los registros policiales, en casa de la madre de Magentí encontraron dos pistolas, pero se descartaron como arma del crimen. 

La investigación de los Mossos d'Esquadra está siendo muy tediosa. Ahora, están pendientes del "estudio paramétrico de la propagación del sonido" para descubrir el origen de los disparos. Para conseguirlo, los agentes necesitan reproducir las condiciones exactas en las que se encontraba el embalse en ese mismo día. Sin embargo, se añade un inconveniente: ahora mismo, debido a la sequía, el pantano está demasiado vacío, según informa la periodista Soler.

Un misterioso personaje, Bartomeu Soler

En toda esta historia apareció Bartomeu Soler, un solitario barraquista que vivía cerca de donde se encontraron los cuerpos. "La gente nos dijo que era un señor raro que ponía trampas y que no hablaba con nadie, pero no fue reacio a charlar", recuerda la periodista. "Pero siempre nos decía que el día de la desaparición él no vio ni escuchó nada", dice. Aunque este hombre no soltó prenda, Tura Soler sospechaba de él. "Nos quedábamos con la duda, porque cuando recordaba esa historia se ponía a llorar. Un tipo que vive solo en medio del bosque se ponía a llorar con esto. Pero luego no conseguía sacarle nada más", explica la periodista, que lo visitó en numerosas ocasiones. Sin embargo, cuando la periodista volvió a visitarlo, se encontró su cuerpo sin vida, debajo de una escalera que conducía a un árbol donde había una soga colgando. "La escena parecía la de un suicidio, pero la autopsia dijo que había muerto de una parada cardiaca. Cuantas más veces vas al pantano, menos cosas entiendes", sentencia Tura Soler.

Un testigo que llega 5 años tarde

El doble crimen de Susqueda es un caso con muchas dudas sin resolver. Y hace tan solo un mes, salió a la luz una nueva incógnita que puede ayudar a aclarar los hechos. Se trata de Antoni, un vecino de Osona que aseguró haber visto el 26 de agosto de 2017 un kayak medio desinflado en forma de V cerca de la zona donde está el embarcadero, por los entornos del pantano de Sau y Susqueda, y un coche misterioso con dos ocupantes que estaban discutiendo y que gesticulaban con indignación, según avanzó la periodista del diario El Punt Avui

Según la versión del vecino, este estaba haciendo una ruta en bicicleta por los entornos del pantano. Bajando por la pista que viene de Sau vio en el agua el kayak. No le dio importancia y continuó su camino, pensando que alguien lo habría dejado allí porque se le había estropeado. Siguiendo la ruta de camino a Sant Martí Sacalm encontró un coche que venía del camino de la fuente del Borni. Dentro vio a dos hombres que le llamaron la atención porque estaban discutiendo, aunque no pudo escuchar nada. Él y su bicicleta enfilaron camino arriba hacia Sant Martí y el coche con los dos ocupantes fue en sentido contrario.

Antoni aseguró que uno de los hombres, el conductor, llevaba barba y que los dos más bien eran "sucios". El coche era un modelo de color blanco sucio o gris y, podría ser un Peugeot 106 o bien un Ford Fiesta. El vecino, una vez llegado a Sant Martí Sacalm, vio que todavía tenía bastante batería en la bicicleta, así que decidió volver a hacer la misma ruta de vuelta hacia Osona. Las cámaras de seguridad de las oficinas de la presa captaron su paso a las 9.51 horas a la ida y las 11.45 horas de vuelta, hecho que confirmó que la vista del kayak y de los dos hombres misteriosos se corresponde al sábado 26 de agosto de 2017. Justo este mismo día, dos pescadores de Banyoles también vieron la pequeña embarcación, así como un pescador de Santa Coloma de Farners y unos motoristas de Sant Feliu de Guíxols. A diferencia de Antoni, los dos individuos lo declararon delante de los Mossos y su testigo consta en el sumario del caso, pero el ciclista de Osona ha tardado cinco años a explicarlo.

Geolocalización del teléfono de una de las víctimas

Después de cinco años, siguen las investigaciones por parte de los Mossos d'Esquadra, mientras que el caso ha pasado ya por las manos de varios jueces de Santa Coloma de Farners (Selva). Las últimas informaciones reveladas por Tura Soler relativas al caso añaden un nuevo interrogante: la geolocalización del teléfono de Marc da sus últimas señales justo donde se encontraba Bartomeu Soler, el vecino fallecido. El móvil sigue dando señal por ese camino a las 11.40 h y hasta las 11.48 horas, cuando la pareja ya estaba muerta, con lo que quien lo desplazó (con o sin los cuerpos) solo podía ser ya el asesino.