Esposada y llorando. Vestida de ir por casa y con chanclas. Así, ayer tarde, la chica extranjera, de 25 años, que los Mossos acusan del crimen de Francisco, en la calle de la Església, en el centro de Calella, en el Maresme, salió del tercero primera, detenida por la policía. Ha pasado la noche en la comisaría de Pineda de Mar a la espera de que los agentes de la División de Investigación Criminal (DIC) terminen el atestado y las declaraciones que quieren hacer, del entorno de la chica y también de la víctima, para entregarla al juzgado de guardia que ha asumido el caso y que tendrá que decidir si ingresa en la cárcel o no.

La investigación tendrá que aclarar qué pasó la noche del lunes al martes y cómo es que el hombre, de nacionalidad española, de unos 60 años, acabó muerto, atado en la cama y, tal como ha podido saber ElCaso.com, a pesar del secreto de sumario, con signos de violencia. Ella explicó a una amiga suya, cuando le dijo lo que había pasado, que fue en "defensa propia". Habrá que ver si su versión cuadra con lo que hoy, los agentes de la policía científica de los Mossos, encuentren en el piso, que continúa precintado después de estar toda la noche custodiado por la policía catalana, y también con la autopsia del hombre, que se hará en las próximas horas.
Más de diez años en el bloque, pero desconocidos
La mujer, que se dedica a la prostitución, pasaba algunos días y noches en casa de este hombre, un piso que era de su propiedad, comprado hace más de diez años, aunque tenía muy poca relación con los vecinos y no recibía visitas de ningún familiar. Ahora no trabajaba y se pasaba el día en casa. Salía poco. Y, cuando lo hacía, si se encontraba con algún vecino, a duras penas decía "hola". Debía todos los recibos, desde hacía años, de la comunidad. Y a algunos de los vecinos, incluso, les cuesta ponerle cara, aunque, con los otros, todos se conocen. La chica que fue arrestada por los Mossos, todavía menos. Uno de los vecinos asegura que lo había visto un par de veces, entrando y saliendo, pero nada más. Ayer, esposada, la vieron salir del piso y subir a un coche de los Mossos.

Una de las primeras incógnitas que tienen que resolver los agentes de la DIC es saber qué relación tenían la mujer y el hombre; él, de 60 años, y ella, de 25. La policía sospecha que la chica se había instalado en casa del hombre, aunque no eran pareja, pero quieren averiguar a cambio de qué. Se desconoce, también, si mantenían relaciones sexuales o no. Lo que sí que han confirmado fuentes de la investigación es que ella trabajaba como a prostituta. Las diligencias policiales, su declaración y también la declaración de las amigas de ella ayudarán a los investigadores de los Mossos a dibujar el escenario de este extraño crimen.
En defensa propia
Los hechos, según la declaración de la chica, son de la noche del lunes al martes. Pero no fue hasta al mediodía de ayer, 22 de julio, que ella se puso en contacto con una amiga y explicó qué había pasado. Le dijo, sin embargo, que había sido en defensa propia. El hombre, asegura, la quiso atacar y ella, para defenderse, lo agredió. La amiga llamó a la policía. Los Mossos se presentaron en el piso y, aunque primero la chica no abría, finalmente pudieron acceder al piso y ella aceptó los hechos. Quedó detenida al momento.

El hombre, sin vida desde hacía horas, estaba en la cama, atado, según ha podido saber ElCaso.com. Alrededor de las cuatro y media, los agentes que entraron en el piso ya confirmaron que estaban frente a lo que todo parecía indicar: un nuevo crimen. Se activó la DIC, quien asume los homicidios, la policía científica —que ha continuado con sus tareas esta mañana— y también la comitiva judicial, que a primera hora de la noche permitió el levantamiento del cadáver. La declaración de la detenida y de la amiga ayudarán a los Mossos a tejer las primeras hipótesis, a la espera de que los informes forenses y periciales también aporten luz al caso.
Consternación en Calella
Después de saberse el crimen, hoy en este tramo de la larga calle de la Església no se habla de otra cosa. Todo el mundo que pasa por delante del número 355 se detiene. Preguntan a los vecinos y a la tendera de abajo, que, como el resto de las personas de la finca, no saben nada más que lo que ayer, los Mossos, con cuentagotas, les explicaron, cuando tocaron a la puerta de su casa para saber si habían oído gritos o ruido la noche anterior. En el bar, un par de mujeres también hablan de lo mismo. Y recuerdan un caso, también de una mujer matando a un hombre, en el año 2023, en La Terraza de Pablo, situado en la calle Vallderoure, de este municipio del Maresme.