Ayer, 30 de noviembre, empezó mal para Óscar Pérez, pero acabó pero. Como cada mañana salió de su casa, un bloque de la calle de Serra de Galliners, en Cerdanyola del Vallès (Barcelona), para traer con el coche a su hijo al instituto, a no demasiadas calles de su casa.
Pero el día ya no arrancó bien. Unos desconocidos le habían pinchado las cuatro ruedas del coche. Avisó a su mujer y fue hacia el instituto a dejar al hijo. De vuelta, caminando, cuando estaba en una esquina de su casa, un desconocido lo asaltó por la espalda y le clavó varios tiros, cuatro, dejándolo medio muerto en el suelo. Las heridas eran muy graves, y a pesar de los esfuerzos del Sistema de Emergencias Médicas, nada se pudo hacer para salvarle la vida.
Abatido a tiros por la espalda de camino a casa
Tenía 48 años, de nacionalidad española, sin antecedentes policiales y, aunque hacía un poco de todo, sobre todo, era mecánico. Era conocido en esta zona de la ciudad, en la parte norte, casi tocando con la AP-7. Había trabajado durante tiempo en una empresa que se dedica a los neumáticos, al lado de su casa, pero con la crisis del coronavirus, lo dejó.
Todos los vecinos explican que era una persona "normal". En la esquina de donde fue ejecutado por la espalda está el bar del barrio, La Cepa de Oro. Abren a primera hora, para hacer desayunos a toda la parroquia de operarios que trabajan por la zona. El hombre asesinado también era cliente. Se pedía un cortado descafeinado y algunas veces incluso un bocadillo, según el día. Este martes ya no llegó.
Un desconocido abrió fuego contra él. Desde el bar no sintieron nada. No fue hasta más tarde, cuando empezaron a llegar coches de los Mossos, que la propietaria del bar salió al exterior a mirar qué había pasado, fue entonces cuando supieron que alguien le había hecho alguna cosa a su cliente y vecino "normal".
¿Quién quería matar Óscar Pérez?
Esta es la pregunta que se hace todo el mundo. Sus amigos, los vecinos y también los agentes del Área de Investigación Criminal (AIC) de la Región Metropolitana Norte, los encargados de investigar el crimen, todavía no tienen respuestas.
Después de dejar el trabajo a la empresa del lado de casa, el hombre se dedicaba a arreglar algunos coches y también a sus pequeños trapicheos. No se le conocía un trabajo fijo, pero sí que vivía de arreglar papeles, asesorar a personas extranjeras y otros negocios que ninguno de sus amigos, que ponían flores en la zona donde fue asesinado, sabían explicar.
"Tenía sus negocios, no nos lo explicaba, pero nada de droga, eso seguro," asegura uno de sus vecinos y amigos. "Tenía sus cosas", insisten los amigos, pero "era una persona normal. "Decía más de lo que hacía, era fanfarrón, pero incapaz de hacer daño a nadie", aseguran los mismos amigos, que todavía no se lo llegan a creer.
Será esta vida secreta o poco conocida de la víctima la que los Mossos tendrán que poner patas arriba para intentar aclarar quien podría querer muerto a un hombre sin antecedentes, padre de familia y con una vida "normal". Lo que sí que saben los Mossos es que no es un crimen casual, que nadie se equivocó. El objetivo era él.
Ahora faltará saber el motivo. De manera paralela, la División de Policía Científica de los Mossos investiga los proyectiles encontrados en el cuerpo del hombre para intentar relacionar el arma con otros hechos delictivos.
Pequeño altar donde fue asesinado Òscar Pérez
En la esquina entre la calle de Aragón y la calle de Serra de Galliners, donde fue asesinado el hombre, los vecinos han puesto flores y dos velas para recordarlo. Todo el mundo que esta mañana ha pasado por delante de este pequeño altar recuerdan el hombre, su vecino normal que no hacía cosas normales.
Sea como sea, amigos y vecinos confían en que los Mossos puedan encontrar a quien disparó y por órdenes de quién, para poder volver a la tranquilidad habitual de este barrio de Cerdanyola del Vallès.