Una simple llamada lo puede cambiar todo. Cada año, miles de personas son víctimas de estafas telefónicas que empiezan con una voz amable y acaban con los ahorros de una vida desaparecidos. Detrás de estas operaciones hay redes organizadas que actúan desde call centers repartidos por todo el mundo y que, según investigaciones recientes, mueven millones de euros al mes. El mecanismo es sencillo pero efectivo. Los estafadores contactan con posibles víctimas haciéndose pasar por trabajadores de entidades bancarias, empresas de inversión o servicios de confianza. Con un tono profesional y datos personales previamente obtenidos, consiguen generar una falsa sensación de seguridad. A menudo ofrecen inversiones en criptomonedas, bolsas o productos financieros que prometen beneficios rápidos.
Cuando la víctima confía e ingresa una primera cantidad, recibe correos o pantallas falsas donde ve supuestas ganancias. Esto sirve para reforzar la credibilidad del fraude y empujarla a invertir más dinero. Pero cuando intenta recuperarlos, empiezan las excusas: problemas técnicos, trámites pendientes o impuestos ficticios que hay que pagar antes de retirar los beneficios. Es en este punto cuando el engranaje de la presión psicológica entra en juego.
Programa Salvados
Algunos testimonios han explicado en el programa Salvados, de La 6, que los llamaban a diario para insistir en que siguieran invirtiendo. Otros, llegaron a ser insultados o amenazados cuando empezaron a sospechar. Cuando ya no queda nada que sacar, los estafadores simplemente bloquean el número de la víctima y desaparecen. Un hombre que fue estafador, entrevistado por Gonzo, el presentador de Salvados, ha reconocido haber ganado "una cantidad parecida a un millón de euros en un año", mientras que los jefes de los call centers podían llegar a los 120.000 euros mensuales. Todo esto, a costa de personas que, confiadas, creían encontrar una oportunidad para mejorar su situación económica.
El aviso de los Mossos
Los Mossos d'Esquadra han alertado en más de una ocasión de que estas organizaciones criminales utilizan técnicas de manipulación emocional muy sofisticadas. Juegan con la necesidad, la ilusión y el miedo a perder dinero. Las víctimas, además de quedarse sin ahorros, a menudo sufren ansiedad, depresión o vergüenza por haber caído en el engaño. Además, perseguir este tipo de delitos es muy complicado, ya que los estafadores actúan desde países donde la legislación es más laxa o simplemente inexistente. Aun así, la recomendación principal de la policía es clara: no confiar nunca en ofertas que lleguen por teléfono o correo electrónico, ni facilitar datos personales o bancarios sin verificar antes el origen.