A mediados de septiembre, algunos todavía alargan las vacaciones de verano o las empiezan ahora, sin embargo,  quien no descansa, es el colectivo de los estafadores. Los ciberdelincuentes trabajan durante todo el año y a menudo crean nuevos engaños para conseguir el dinero y los datos personales de sus víctimas. A pesar de la enorme variedad de métodos, la gran mayoría piden que hagas clic en un enlace fraudulento con que accederán a tu dispositivo, pero eso no pasa con el spoofing, un método que utilizan para hacer que seas tú quien lo envía el dinero directamente, sin necesidad de infectarte el móvil.

Para esta estafa, los delincuentes consiguen llamarte al móvil haciéndose pasar por el banco, pero no solo te dicen que trabajan, sino que, de alguna forma, te contactan con el número de teléfono oficial, lo que hace bajar la guardia a las víctimas y creerse a los ladrones. Se hizo popular en las redes el caso de Miguel Ángel, un hombre que fue víctima de este engaño y lo compartió públicamente. Miguel Ángel recibió una llamada que venía de su banco, ING, y cuando la descolgó le explicaron que, por movimientos extraños y posibles peligros para la seguridad de su dinero, lo mejor que podía hacer era transferir sus ahorros a una cuenta segura. Utilizando tecnicismos y poniéndole el miedo en el cuerpo a la víctima, se convenció al hombre de que hiciera una transferencia a la nueva cuenta, pensando que si no lo hacía corría el riesgo de perder todo su dinero, cuando la realidad era todo el contrario: al hacer la transferencia estaba dando los ahorros al ladrón.

El banco no devuelve el dinero

Siguiendo las instrucciones del falso trabajador, envió todo el dinero y autorizó la operación, validando los códigos que le llegaban por SMS, pero en ningún momento recibió acceso a la nueva cuenta protegida. Cuando llamó a ING, le dijeron que no tenían ni la más remota idea de lo que los estaba explicando y que ellos en ningún momento le habían pedido que hiciera nada. Miguel Ángel les reclamó que les tronara el dinero, ya que, según alegaba, la llamada vino del número del banco, pero la entidad financiera se defendía diciendo que la víctima había validado personalmente todos los pasos para hacer la transferencia y que, por lo tanto, no podían hacer nada.