Cuando navegas por internet, es habitual que antes de hacer una compra, crear una cuenta o acceder a cualquier servicio te pidan resolver un captcha. Esta palabra proviene del inglés y hace referencia a un sistema que comprueba si quien está detrás de la pantalla es una persona real y no un robot. Normalmente, estos captchas se presentan en forma de letras y números difíciles de leer que hay que escribir en una casilla, imágenes donde tienes que seleccionar objetos —como semáforos o bicicletas—, o incluso el conocido botón del "No soy un robot". En principio, todo ello, es una medida de seguridad pensada para proteger a los usuarios y evitar fraudes.

Ahora bien, aquello que se ha diseñado para proteger también puede acabar convirtiéndose en una trampa. Los hackers han encontrado la manera de aprovecharse de esta herramienta creando captchas falsos que, a primera vista, parecen legítimos. El usuario, confiando en que está ante un sistema de seguridad habitual, interactúa sin sospechar nada. Pero detrás de este supuesto filtro puede esconderse un malware capaz de instalar un virus o un troyano en el ordenador o en el móvil. En otros casos, el captcha fraudulento sirve para robar información personal, como contraseñas o datos bancarios, o bien para redirigir a la víctima hacia una página web preparada expresamente para continuar la estafa.

¿Cuándo es el captcha una trampa?

El gran problema es que la mayoría de personas asocian los captchas con seguridad y, por lo tanto, no se imaginan que un simple clic pueda poner en riesgo el dispositivo. Por eso, los ciberdelincuentes juegan con este elemento psicológico y consiguen engañar miles de usuarios por todo el mundo.

Sin embargo, hay maneras de estar alerta. Los captchas falsos suelen aparecer de manera repentina, sin que realmente sean necesarios, como cuando se navega por una página de poca confianza o se clica en un enlace sospechoso. El diseño a menudo es extraño o poco profesional, y en algunos casos incluso piden permisos inusuales, como instalar una extensión o descargar un fichero. Cuando eso pasa, lo más prudente es cerrar la ventanilla inmediatamente y no interactuar.

La mejor defensa es navegar siempre por webs fiables, mantener el navegador y el antivirus actualizados y desconfiar de cualquier captcha que aparezca fuera de contexto. Aunque parezca una simple comprobación, puede ser la puerta de entrada de un ataque informático. En definitiva, los captchas son una herramienta creada para protegernos de los robots, pero los hackers han aprendido a dar la tortilla y utilizarlos en beneficio propio. Conocer este riesgo y estar atento a las señales es clave para evitar caer en una trampa. La próxima vez que te encuentres con un captcha, piénsatelo dos veces: quizás no solo comprueba si eres humano, sino que también intenta engañarte.