El asesinato de Alfonso López Benito, el canónigo emérito de la Catedral de Valencia, ha sacado a la luz la escandalosa vida secreta que llevaba el religioso. Hace unos días se detuvo al principal sospechoso del crimen, un hombre peruano de 40 años, que lo habría asfixiado hasta la muerte y, posteriormente, habría enviado mensajes con su teléfono móvil para hacer creer que todavía seguía con vida. Este individuo, que ya ha ingresado en prisión, era solo uno de los diversos hombres en situación económica precaria, uno de ellos, incluso, con discapacidad intelectual, de los cuales el canónigo se aprovechaba para mantener relaciones sexuales a cambio de pagarles dinero u ofrecerles un techo bajo el cual pudieran dormir.

Sexo con indigentes a cambio de dinero

Así lo ha confirmado en declaraciones a la Policía Nacional un hombre que en los últimos años se había convertido en la mano derecha del canónigo. Tal como apunta Levante-EMV, esta persona, de nacionalidad rumana, había conocido al religioso en el año 2012 y desde entonces mantenían una relación de amistad en la cual él hacía de "asistente". Al ser interrogado por los investigadores del Grupo de Homicidios, les explicó que el religioso, además del piso en la calle Avellanas de Valencia, donde apareció muerto, tenía otro apartamento en el Perelló. A este inmueble, el sacerdote llevaba indigentes y personas vulnerables que conseguía captar por la calle.

El asistente, que ha asegurado que él nunca había sido uno de estos jóvenes sin recursos, ha explicado a los agentes que el canónigo le había confesado que con algunos de ellos había mantenido relaciones sexuales "a cambio de ayuda económica". En este sentido, ha reconocido que el sacerdote le había llegado a decir que había llegado a pagar entre 200 y 300 euros a los indigentes, en lo que él consideraba como "una recompensa por los encargos que le hacía". El último, un joven con una discapacidad del 43% a quien había llegado a pagar los billetes de autobús para que viajara los 700 kilómetros que había entre su ciudad y Valencia para irlo a ver. En este caso, no llegaron a ir al piso del Perelló. Al cabo de pocos días, el canónigo apareció muerto.

El canónigo había sido apercibido por el Arzobispado

Por su parte, el Arzobispado de Valencia, que se ha retirado como acusación particular del caso respetando la decisión del juez, que atribuye esta posibilidad solo a la familia directa, ha asegurado que el canónigo asesinado había sido "apercibido" hacía dos años después de que varios vecinos de su edificio se quejaran por las personas de que iban al piso del religioso. Sin embargo, expresan que en ningún caso se quejaron de hechos como los que ahora están saliendo a la luz y apuntan que desde entonces "nunca se volvió a recibir ningún tipo de queja".