Un policía cuando sale a patrullar no sabe que se encontrará. Los últimos tiempos, todo es posible, también un secuestro con armas en el centro de Barcelona. Este viernes a las seis de la tarde saltaron todas las alarmas. Una persona se puso en contacto con los Mossos d'Esquadra asegurando que unos familiares suyos estaban retenidos, contra su voluntad, en un piso del número 39 de la calle de Amigó, en la parte alta de la capital de Catalunya, y los secuestradores iban armados. Después de hacer todas las comprobaciones posibles, para verificar que el aviso era real y que las informaciones facilitadas por el alertante tenían credibilidad, los Mossos d'Esquadra activaron todos los recursos disponibles por casos así.

Bajo la batuta de una inspectora, Comtal 5, la responsable operativa de la ciudad, y, por casualidad, especialista en gestión de situaciones críticas, se fue escalando el operativo. Con los mismos efectivos de Seguridad Ciudadana de la comisaría de Sarrià-Sant Gervasi y también con agentes de la Brigada Móvil, que estaban ya en la ciudad. Al mismo tiempo, la inspectora pidió activar también unidades especiales como la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones (UCSE) y el Grupo Especial de Intervención (GEI). Los primeros tenían que ser los encargados de negociar con los secuestradores para poder liberar a las personas que tenían retenidas. Los segundos, si había que entrar, son los especialistas en situaciones de riesgo muy alto. La élite de la policía catalana. Una unidad de intervención que solo se activa, casi, como último recurso. Al operativo, para dar imágenes aéreas, también se sumó la UDRON, la unidad de drones de los Mossos d'Esquadra, y la UIS del Sistema de Emergencias Médicas (SEM), una unidad especial de técnicos sanitarios que dan apoyo a la policía en asaltos que pueden ser peligrosos.

 

Con todos los recursos sobre el teatro de operaciones, fue necesario agotar todas las vías. En un primer momento se rodeó el piso con agentes de paisano para evitar que desde arriba los secuestradores pudieran ver que la policía preparaba el asalto. De manera incansable, los agentes especialistas en secuestros y agentes de investigación de la policía catalana fueron perfilando todas las posibilidades, intentando saber quien vivía en el piso y como era el piso. Un bar gallego, el Faro de Vigo, de la calle de Laforja, sirvió de centro de mando avanzado. La inspectora Comtal 5, los responsables de los negociadores y los jefes del GEI prepararon la resolución del incidente, con el objetivo, primero, de liberar a las dos personas que estaban secuestradas con los menos daños posibles.

Última fase del secuestro: asaltar el piso con el GEI

En torno a las ocho de la tarde se inició la última fase de la negociación. Los especialistas en negociación de los Mossos agotaron el último cartucho sabiendo que los operadores del GEI, una decena de hombres, ya estaban en la esquina con la calle de Laforja para acceder al piso si no había contacto positivo con los secuestradores. Y así fue. En torno a las ocho y cuarto de la noche, a paso rápido, los efectivos del GEI entraron en el bloque, subieron hasta el segundo piso y allí reventaron la puerta y accedieron a la vivienda. Las detonaciones que provocaron asustaron a los secuestradores, que pudieron ser retenidos sin tener que lamentar ningún herido. Con el piso asegurado, los investigadores pudieron acceder al piso y aclarar a quien era quién de las cinco personas que había en el suelo retenidas. Dos eran las víctimas, un hombre y una mujer, y tres más, los secuestradores. Tal como se había podido saber, los secuestradores iban armados y tenían intención de hacer daño a las dos víctimas.

 

Las declaraciones que harán los tres arrestados -tres hombres-, las dos personas liberadas y el entorno de las víctimas, todos de nacionalidad china, serán clave para aclarar qué motivó el secuestro. La primera línea de investigación, por la información que ha podido saber ElCaso.com, que ayer adelantó este secuestro con armas en el centro de Barcelona, es que todo parece indicar que las personas que secuestraron al hombre y la mujer, o quienes lo encargaron, quería cobrar una deuda que supera los 300.000 euros.

Investigación para aclarar qué motivó el secuestro

La investigación la ha asumido la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones y se espera que durante las próximas horas, con las declaraciones de los detenidos y de las víctimas, se pueda perfilar una idea más clara de que ha pasado -o que podría haber podido pasar si los Mossos no lo hubieran evitado- este viernes por la tarde en la calle de Amigó, en la parte alta de Barcelona, donde parece que nunca tenga que pasar nada.

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El director de la Policía, Pere Ferrer, con el comisario jefe, Eduard Sallent, en el lugar|sitio del incidente / Lorena Sopena