Turbulencias en un coche patrulla policial. Dos policías de servicio ignoraron las llamadas para responder a un robo y acudir a un hospital y en su lugar mantuvieron relaciones sexuales. Ambos agentes, unidos en matrimonio, dimitieron de sus puestos en la comisaría de Surrey el mes pasado después de que las sospechas de sus jefes se hicieran realidad. Los hechos ocurrieron en septiembre del 2019.
"Expresiones verbales de fantasías sexuales"
El jefe policía quiso controlar la actividad de sus empleados y puso micrófonos incógnitos en el interior del coche patrulla. Eso fue lo que delató a la sargento Molly Edwards y el agente Richard Paton, que eran matrimonio y vivían en Surrey Heath.
Los agentes obviaron las llamadas desde la centralita de un robo en una tienda de electricidad y de una agresión grave fuera de un club nocturno y tuvieron sexo en el coche. La comisaría comprobó que la patrulla no acudió al lugar donde se estaba cometiendo un delito a pesar de estar relativamente cerca.
En el informe del caso, el agente John Bassett afirmó que las grabaciones captaron “expresiones verbales de fantasías sexuales” y otras actividades sexuales que “claramente implicaba quitarse parte de la ropa, los besos y la exposición de los pechos de Edwards” y Paton dándole placer, según recoge el diario The Independent.
También se escucha al hombre animando a su esposa con expresiones como “desnudémonos” minutos antes de que sonara la radio policial para atender la llamada por el robo.
Dimiten los policías
El presidente del panel, John Bassett, dijo en un informe de adjudicación: "Es evidente a partir de las transcripciones de lo que ocurrió después de la llamada que la actividad sexual continuó".
La pareja, en cambio, ha negado haber llegado a mantener relaciones sexuales en el interior del vehículo policial mientras estaban de servicio. Edwards afirmó que no podían asistir al hospital porque habían lidiado con los asaltos al club nocturno antes y había riesgo de que las pruebas se contaminasen.
Edwards había sido un excelente oficial, según la sentencia. Recibió un elogio de la división en 2015 por sus "acciones valientes" al abordar a un borracho violento que robaba comida de un restaurante de Guildford.
La investigación concluyó que hubo cuatro acusaciones de mala conducta grave. Uno de los cargos acusa a los policías de no cumplir con sus deberes profesionales al no responder a las llamadas. Otro les acusa de mantener "actividad sexual mientras estaba de servicio en un vehículo policial en un espacio público".