La Guardia Civil ha detenido a seis personas como presuntos miembros de un grupo criminal que presuntamente estafaba y extorsionaba a propietarios de inmuebles en alquiler para corta estancia en la localidad de Vila Joiosa (Alicante), a los que les pedían hasta 14.000 euros para dejar sus viviendas una vez accedían a ellas, tras hacerse pasar por familias interesadas en estar unos días de vacaciones. La banda logró apropiarse de hasta 62.000 euros tras presuntamente amenazar a los dueños de los inmuebles con permanecer en sus viviendas vacacionales una vez las ocupaban. El grupo fijaba una cuota para marcharse de 14.000 euros y, de esta forma, extorsionaba a los dueños.

A los detenidos se les imputan varios delitos de estafa, apropiación indebida, extorsión, daños y pertenencia a grupo criminal. Actualmente, los seis individuos ya han pasado a disposición judicial y el juez ha decretado el ingreso en prisión de cuatro de los detenidos, que son los principales miembros de la banda, según ha informado el instituto armado en un comunicado.

Los ocupas se hacían pasar por una familia interesada para entrar

La operación, bautizada como 'Atalayas', se inició cuando los agentes tuvieron constancia de que una persona estaba siendo extorsionada por los huéspedes de su vivienda vacacional, que habían ocupado la propiedad y le pedían 14.000 euros para marcharse. Durante la investigación, los agentes comprobaron que no se trataba de un hecho aislado, sino de una trama, puesto que el grupo presuntamente localizaba viviendas en alquiler para corta estancia de tipo vacacional y contactaban con los propietarios haciéndose pasar por una familia interesada en pasar un fin de semana o varios días.

Los detenidos amenazaban con destrozar la vivienda

Una vez ocupaban la vivienda, supuestamente se negaban a irse ni abandonarla, así como tampoco querían abonar ningún importe por el uso de la misma. Entonces amenazaban a los propietarios a cambio de cantidades de dinero "muy elevadas" diciéndoles que, si les pagaban, se marcharían y su vivienda no sufriría mayores desperfectos, según el instituto armado. Para hacerles ver que sus amenazas iban en serio, en presencia de los propietarios, los miembros de la banda golpeaban y destrozaban el mobiliario. No obstante, incluso pese a que los propietarios accedían a la extorsión, los presuntos autores de los hechos no se marchaban.

Un plan pensado y organizado

La líder de la banda criminal era la que se ponía en contacto con los propietarios y posteriormente recibía las llaves. La mujer hacía con ellos un contrato verbal y, posteriormente, cuando llegaba el momento de dejar la vivienda, alegaba que la habían alquilado temporalmente. Era entonces cuando empezaba el turno de su marido, uno de los principales encargados de presuntamente materializar las amenazas y extorsiones.

Las viviendas usurpadas eran ocupadas de forma constante por los miembros del grupo que, a su vez, las cedían a otros familiares, para garantizarse así que siempre hubiera gente en las casas y evitar ser desalojados.