Catalunya se encuentra sumergida en plena ola de calor, donde la mayor parte del territorio puede llegar a los 40 grados, o incluso superarlos. El Sistema Meteorològic de Catalunya ha activado los últimos días el aviso por temperatura máxima extrema y el Plan de actuación para prevenir los efectos de las posibles olas de calor sobre la salud, especialmente en personas vulnerables. Como medida de prevención de este calor intenso, muchos ayuntamientos disponen de equipamientos municipales abiertos de manera gratuita como refugio climático para los vecinos, el más común en la mayoría de la población, las piscinas.

Cuál es la sorpresa, sin embargo, cuándo muchas personas de toda Catalunya deciden mitigar los efectos de este calor en la piscina municipal y de repente ven que ésta ha sido cerrada por un nuevo reto viral en las redes sociales: dejar excrementos humanos. En las últimas semanas son varias piscinas las que han tenido que cerrar: El Catllar, Camarassa, Bellpuig o Almacelles. Hay municipios que han sufrido estas acciones hasta tres veces, como es el caso de Tàrrega, que ha tenido que poner vigilancia en el recinto con policía de paisano y seguridad privada.

En la mayoría de los casos el excremento es encontrado a primera hora de la mañana, cuando el servicio de socorrismo abre las puertas. Una vez es detectada, el protocolo sanitario obliga a cerrar la piscina en el baño y se ordena el cierre completo de la instalación para poder aplicar un tratamiento desinfectando antes de poder abrirla del todo.

Delito contra la salud pública y gasto económico y de agua

Los restos fecales dentro del agua de la piscina puede tener consecuencias negativas graves para la salud pública y podría tipificarse como delito. La contaminación del agua que se provoca a la hora de introducir las bacterias y virus que suelen llevar los excrementos, y que sobreviven en muchas ocasiones en el agua con cloro, puede transmitir enfermedades gastrointestinales, infecciones cutáneas u oculares a otros usuarios, especialmente a personas vulnerables como niños o personas mayores.

Además, en muchas ocasiones, hay muchos microorganismos que son muy resistentes al cloro, como es el caso del Cryptosporidium, un parásito que se encuentra en las aguas contaminadas y que puede provocar diarrea muy grave. En estos casos, los ayuntamientos están obligados a vaciar de la piscina y volver a llenarla, hecho que provoca un despilfarro de agua. Aparte, en muchas ocasiones, tener que limpiar los excrementos de la piscina pública puede suponer un gasto extra elevado a los ayuntamientos, ya que en muchas ocasiones los productos especiales para desinfectar el agua puede superar los 600 euros.