El juez ha enviado a prisión a Rafael N. B. (en la foto), el hombre de 55 años y nacionalidad española que, según parece, en septiembre de 2024 asesinó de un golpe en la cabeza a su pareja, una mujer de la misma edad, también de nacionalidad española, en un piso de la calle de Perafita, en Ciutat Meridiana, en Barcelona. La mató, según apuntan los primeros informes forenses, y después, tal como avanzó ElCaso.com este lunes a primera hora, la escondió bajo un colchón en una habitación del piso que compartían, envuelta con plásticos y ropa y precintada con cinta americana, durante ocho meses.

La fecha de la muerte de la mujer se tendrá que acabar de confirmar, pero él mismo, este miércoles, ante la magistrada Gabriel Sagrada, del juzgado número 3 de Barcelona, ha admitido que fue el pasado 29 de septiembre. Él asegura, en un relato ante la magistrada —que la misma jueza considera inverosímil—, que la mujer apareció muerta y que él la precintó para evitar que pensaran que la había matado él. La declaración, sin embargo, no se sostiene. La mujer tenía una herida en la cabeza, de los golpes que, supuestamente, le había dado él, llegando a causarle la muerte. Los Mossos creen que el hombre la mató hace ahora ocho meses, y no ha sido hasta ahora que se ha descubierto. Los vecinos habían alertado en varias ocasiones de que olía muy mal en su casa, pero nunca nadie se preocupó por saber qué pasaba entre aquellas cuatro paredes, tampoco por el estado de salud de la mujer, que algunos vecinos veían muy deteriorada, muy delgada, y aunque habían denunciado los hechos de forma informal a los Mossos, nunca pasó nada. Hacía meses que nadie la veía.

Pintó la puerta y puso arena para evitar olores

El hombre, además de envolver el cuerpo de su pareja, también pintó la pared y la puerta, y aunque no la tapiara, sí que puso arena bajo la puerta para evitar que saliera el fuerte olor que desprendía el cadáver, a pesar de estar envuelto. Este sábado, según ha explicado su hermano, el hombre, que padece un 80% de discapacidad, le explicó los hechos después de decir que tenía intención de quitarse la vida. El hermano fue hasta el piso, entró con los Mossos, y encontraron un escenario dantesco, completamente desordenado y con restos de drogas, y en una de las habitaciones, el cuerpo de la mujer. Estaba, tal como conoció este medio el lunes, envuelto con plástico, precintado y escondido bajo un colchón. El informe forense de la mujer, sin embargo, no avala en nada la teoría del hombre. Solo, aproximadamente, la fecha de la muerte. La mujer murió por golpes en la cabeza, y él nunca llamó a ningún médico ni a ningún servicio de emergencia, a pesar de saber que la mujer estaba muerta, y las explicaciones que da no solo no cuadran con la realidad, sino que son contradictorias entre ellas.

Durante los ocho meses que tuvo a la mujer muerta en casa, incluso avisó a los vecinos de que podrían notar olores extraños, pero que no se preocuparan, según han explicado algunas de las personas que comparten bloque en el número 4 de la calle de Perafita. Él mismo, este pasado fin de semana, alertó a su hermano, sabiendo perfectamente que había hecho algo malo. En unos audios enviados a su hermano aseguraba que sabía que los Mossos irían a por él y aceptaba que colaboraría. Ante el juez, sin embargo, ha negado los hechos y ha fabulado con una supuesta relación idílica con la mujer que, supuestamente, mató. Ninguno de los testimonios de los vecinos avalan las explicaciones de Rafael. La jueza tampoco las ha aceptado y, alrededor del mediodía, ha ordenado que fuera trasladado desde la Ciutat de la Justícia, donde ha declarado, a prisión, sin fianza, acusado de un delito de homicidio doloso. También se le podrían atribuir otros delitos, como la profanación de cadáver, según avancen las investigaciones. El caso ya se trata como un caso de violencia machista. El tercero del año, con víctima mortal, en Cataluña, este 2025. En este caso habrá que ver qué ha fallado. Ha sido, de nuevo, la crónica de una muerte anunciada.