El pasado mes de agosto, una patrulla de seguridad ciudadana de los Mossos d'Esquadra hizo parar una furgoneta que las había parecido bastante sospechosa. Más todavía cuando el conductor se hizo el sueco ante las primeras indicaciones de los agentes. Cuando consiguieron que parara, registraron el vehículo y dentro encontraron una moto que constaba como sustraída aquella misma noche en Barcelona. Estaba medio desmontado, con el asiento sacado y el aparato de geolocalización arrancado. Los dos hombres que iban en la furgoneta fueron detenidos, pero la especialización que demostraron los puso sobre la pista de una mafia que, según pudieron averiguar, se dedicaba al robo de motocicletas en toda el área metropolitana de Barcelona para después enviarlas por piezas en África del Norte.
La primera fase de la investigación permitió localizar dos fincas rurales en Esparreguera (Barcelona), que estaba donde los investigados escondían las motos que robaban, siempre de noche y centrándose en una marca concreta. Allí las desmontaban, las separaban por piezas y las llevaban a un trastero que tenían alquilado en Terrassa, donde las almacenaban hasta que acumulaban el material suficiente como para hacer los envíos hacia el África. Esta tarea recaía en un intermediario que era quien las transportaba en una furgoneta para venderlas.
Diversificaban robando también ordenadores
Los trabajos policiales de seguimiento y vigilancia se alargaron desde mediados de agosto hasta octubre. Una noche de principios de este mes, los dos ladrones que tenían identificados se saltaron un control de tráfico en Esparreguera, poniendo en peligro la vida de los policías que llevaban a cabo el servicio y que tuvieron que saltar al arcén para evitar ser atropellados. Pocos días más tarde, se hizo la entrada y registro en el trastero de Terrassa, donde encontraron una gran cantidad de piezas de motos, así como 20 ordenadores portátiles, más de 600 cajas de un medicamento con receta y varios objetos electrónicos.
Este hallazgo puso de manifiesto que no solo se dedicaban al robo de motos, sino también de ordenadores portátiles. Los Mossos pudieron probar que los habían sustraído en dos robos con fuerza en interior de domicilios de Barcelona y Badalona, dos robos con fuerza en empresas de Barcelona y Cornellà de Llobregat, dos hurtos en empresas de Barcelona y un robo con fuerza en un vehículo aparcado en las calles de Barcelona, todo, entre el 15 de septiembre y el 3 de octubre.
Al día siguiente del registro detuvieron al intermediario, acusado de un delito de receptación, y el pasado 15 de octubre cayeron los ladrones, acusados de ocho robos de motos, atentado y desobediencia a los agentes de la autoridad y un delito contra la salud pública por la posesión de los medicamentos. Los tres arrestados, de 32, 33 y 46 años, dos de nacionalidad marroquí y un español, pasaron a disposición del Juzgado de Instrucción en funciones de guardia de Martorell.