En plena cuenta atrás para la lotería más esperada, la historia nos recuerda que estos momentos de ilusión y la euforia de haber ganado un premio no siempre son reales. Así pasó el 22 de diciembre de 1951 en Sevilla, cuando el lotero Miguel Escámez Arquero provocó la mayor estafa jamás vista.

El calvario del caso Escámez

La probabilidad de que tocase "el Gordo" en la oficina más corrupta de España era ínfima, pero lo que para muchos era el golpe de suerte que les ayudaría económicamente, fue la caída en desgracia de Escámez.

Durante los meses previos, vendió participaciones de una peseta en una cantidad doble de la cubierta por los décimos que realmente tenía. Su sistema consistía en duplicar sus ingresos normales por venta de lotería y el único problema era “el riesgo posible pero remoto de que un premio mayor impidiese hacer frente al pago”, tal y como reza la sentencia.

Y el riesgo llegó con el número 2704 y la aproximación del 2703: el Gordo había caído en Sevilla y muchas personas estallaron en euforia. 

Miles de participaciones falsas destapadas con el Gordo

Los afectados fueron un total de 4.808 personas de “extensos núcleos de gente modesta”, según la misma sentencia, que pasaron de verse beneficiados con 7.500 pesetas por cada peseta invertida -unos 2.700 euros- al desengaño más profundo.

Las víctimas, además, estaban repartidas por el territorio andaluz y español: Sevilla, Jerez, Algeciras, Huelva, Mérida y Madrid fueron testigos de la estafa.

Bombo de la Lotería de Navidad / EFE

Los magistrados relataban el momento de la noticia del premio: “Al mismo tiempo que la noticia se propagaba, haciendo aflorar sus ilusiones a los agraciados, otra reacción bien distinta se operaba en los tres procesados ante la angustiosa realidad de haberse presentado el remotísimo riesgo con el que apenas habían contado”.

La mayor estafa de la historia de la Lotería de Navidad

En esta sentencia, emitida en julio de 1956 por  la Sección Segunda de la Audiencia de Sevilla, Escámez y sus dos compinches, los empleados Antonio García y Manuel Barba, encargaron en una imprenta 120.000 participaciones de una peseta de los 30 números asignados como fijos a su administración de lotería en la plaza La Europa, en la zona de la Alameda de Hércules de Sevilla.

“El público sencillo que las adquiría no advertía ni ponía reparo a la omisión deliberada del número de afiliación, garantía de que la cifra de participaciones no excedía del fraccionamiento permitido por cada billete”, se lee en la sentencia, recogida por el Diario de Sevilla.

Condenas de prisión para Escámez y sus compinches

La finalización del proceso judicial en el juzgado de primera instancia e instrucción 6 de Sevilla duró 14 años y no se cerró hasta el 23 de abril de 1972.

Finalmente, Escámez fue condenado a 22 años de prisión por un delito continuado de falsedad como medio para cometer estafa, y sus empleados Antonio García y Manuel Barba a ocho años cada uno.

Otros tres hombres fueron condenados a penas de entre cuatro y diez meses por fingir que tenían participaciones premiadas para ayudar a ocultar el timo.

Lo que indignó y causó revuelo también fue la decisión judicial de no atribuir ninguna responsabilidad subsidiaria del Estado, que provocó que el dinero del premio se tuviese que repartir entre todos los agraciados.