La investigación por los tres crímenes de los campesinos, en Vilanova de la Barca, en el Segrià, y también en dos pueblos de Navarra, sigue bajo secreto de sumario, a la espera de que el detenido en Occitania, Allal El Mourabit -¿quién es?-, sea trasladado hasta Madrid, a la Audiencia Nacional, y después derivado a los juzgados que llevan las investigaciones. Aun así, ElCaso.com ha tenido acceso a parte de la investigación que han llevado a cabo, de forma coordinada, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y de la Divisió d’Investigació Criminal (DIC) de los Mossos d’Esquadra, y que ha permitido saber quién era este peligroso psicópata que, en menos de tres meses, mató a tres personas: tres hombres que estaban trabajando en el campo. Ayer fue arrestado en Francia, donde estaba en busca y captura desde que pudo ser identificado. Pero, ¿cómo lo consiguieron?
Restos de ADN del asesino en la escena del crimen
Los especialistas de policía científica de la Guardia Civil y de los Mossos d’Esquadra encontraron restos biológicos de una misma persona en las escenas de los crímenes de Navarra y de Lleida. Concretamente, fueron células epiteliales, unas células que pueden desprenderse por el roce de la piel, por ejemplo. No es habitual poder recogerlas de los lugares de los hechos. Una vez analizadas y comparadas con las de las víctimas para descartar que fueran suyas, se pudo determinar que era la misma persona quien había estado en los tres lugares y también en los vehículos que utilizó para huir. Esto, sumado a las imágenes de las cámaras de seguridad que se recuperaron después de reconstruir los pasos de este hombre —de unos 50 años, de origen marroquí y nacionalizado español—, permitió identificar al autor de las tres brutales muertes. Sin ningún tipo de relación previa con los campesinos, todos de edad avanzada, el arrestado los atacó con un machete, provocándoles heridas graves en la cabeza y dejándolos muertos en sus terrenos agrícolas.
En el caso del Segrià, donde asesinó a Ramon, un hombre de 84 años, fue su esposa quien, al ver que no regresaba a casa al mediodía, dio la voz de alarma. Cuando llegó al campo, lo encontró ya sin vida. El vehículo de la víctima, un Opel Astra, es el que utilizó para escapar. Aquella misma tarde, la del 5 de enero de 2024, mientras toda Cataluña esperaba la llegada de los Reyes Magos, el ahora arrestado —el sospechoso de estos crímenes en serie— se marchó de Lleida hacia el sur de Francia, atravesando Andorra. Las cámaras de seguridad lo captaron, pero en ese momento no fue posible identificarlo. Ya se encontró el coche abandonado, en territorio bajo administración francesa.

Este cruce de restos biológicos —al fin y al cabo, de ADN— fue clave para confirmar que se trataba de la misma persona, y también para poder ponerle nombre y apellidos. Pero aún faltaba lo más complicado: localizarlo. El hombre, que era buscado por la Policía Nacional —que lo tenía bajo vigilancia por su vinculación yihadista—, así como por la Guardia Civil y los Mossos por los crímenes de los campesinos, estaba desaparecido desde septiembre de 2023. Hasta entonces, vivía en Gasteiz, en el País Vasco, después de salir de prisión en el año 2018. Un día de septiembre, sin embargo, se deshizo de la pulsera de seguimiento telemático y huyó. En colaboración con la policía francesa, y gracias a la geolocalización del móvil que utilizaba el fugitivo, se pudo ubicar en Besièrs, un municipio de Occitània, en el sur del Estado francés. Fue allí donde fue arrestado este martes por la tarde.
Localizado en Francia por el móvil
Según ha podido saber ElCaso.com, el detenido vivía como un vagabundo. Se desconoce si tenía algún tipo de ingreso; según fuentes policiales, vivía escondido, cambiando habitualmente de ubicación, e incluso, viviendo en la calle. No consta, aunque la policía francesa revisará los casos pendientes, que hubiera actuado de la misma manera en Navarra o en Cataluña antes de huir. Tampoco consta, por ahora, que tuviera ningún tipo de cobertura familiar para evitar a la policía. Allal El Mourabit, sin embargo, no tuvo en cuenta que, una vez identificado, llevar el móvil encima haría que la policía pudiera localizarlo. El hombre acusado de matar a los tres campesinos no se dejó detener fácilmente. Se mostró muy agresivo y dos agentes de la policía francesa resultaron heridos. Incluso tuvieron que utilizar la pistola Taser para poder reducirlo.