El Servei Català de Trànsit (SCT) no cesa en su lucha para reducir la siniestralidad en las carretas catalanas y, por eso, no deja de implementar nuevas estrategias para reducir el número de accidentes, especialmente en los puntos negros. En este sentido, a finales de 2024, con el objetivo de controlar el exceso de velocidad, una de las principales causas de accidente, puso en funcionamiento los conocidos como radares remolques, un tipo de cinemómetros sin necesidad de conectarse a la red eléctrica, con conexión propia a internet y que, a pesar de ser fijos, pueden ser cambiados de lugar en motivo de las necesidades. Viendo el éxito que tuvieron los cuatro primeros en puntos diferentes de Barcelona, como la AP-7 o la C-31, esta semana han entrado en funcionamiento cuatro más.

Tres de los nuevos radares se ubicarán en un primer momento en carreteras de Tarragona, concretamente en la C-14, a la altura de la Riba (Alt Camp), en la N-240, en Valls (Alt Camp) y en la AP-7, en Tarragona (Tarragonès), mientras que un cuarto se ubicará en la N-340, a la altura de Castellet i la Gornal, en el Alt Penedès (Barcelona). Entrarán en funcionamiento entre este miércoles y este jueves y está previsto que estén de manera fija, como mínimo, durante una semana, ya que es el tiempo que dura la batería que llevan incorporada y que hace que sea autónomo y no necesite conexión eléctrica. Además, está previsto que durante el 2025 se sumen dos más que se compraron al mismo tiempo, aunque todavía no hay una fecha fijada ni tampoco se ha determinado cuál será su localización.

Radares autónomos, más potentes y que multan al momento

Los nuevos radares que el Servei Català de Trànsit está implementando desde finales de 2024, conocidos como radares remolque o carros radar, son unos cinemómetros de nueva generación que cuentan con ventajas con respecto a su autonomía y movilidad, así como para la detección de los vehículos y posterior gestión de la infracción. Los aparatos no necesitan ninguna conexión en la red eléctrica, lo que permite que, a pesar de ser radares fijos, se puedan desplazar a voluntad a cualquier punto de la red vial. Eso permite que se puedan instalar en tramos de carretera donde, por la falta de infraestructura o por su peligrosidad, hasta ahora era imposible.

Más allá de su movilidad, uno de los rasgos característicos es que incorporan una conexión en internet propia, cosa que permite gestionar de forma inmediata el expediente correspondiente a la infracción y posibilita a la vez que no sea necesaria la presencia de un agente de tráfico. Con respecto a la hora de detectar la infracción, utilizan una tecnología con láser que permite que, más allá de la típica fotografía, se pueda hacer un seguimiento dinámico al vehículo durante unos metros para determinar su velocidad. Además, lo pueden hacer en varios carriles y en cualquier tipo de vía, desde autopistas a carreteras locales. Por último, estos radares también se destacan por estar construidos con una carcasa a prueba de vandalismos.