El asesino en serie de Twitter (ahora X) conmocionó a Japón. Takahiro Shiraishi, de 34 años y nacionalidad japonesa, ha sido condenado a muerte por asesinar, desmembrar y almacenar los cuerpos de sus víctimas —un total de nueve— en su domicilio en Zama, en la prefectura nipona de Kanagawa. Estos hechos tuvieron lugar en 2017, al sur de Tokio. El hombre atraía a sus víctimas hasta su vivienda, después de comprobar que manifestaban pensamientos suicidas en redes sociales, según ha detallado la cadena pública NHK. Ahora, el criminal ha sido condenado a pena de muerte por la justicia japonesa y ejecutado este viernes, 27 de junio.
Las víctimas de Shiraishi fueron ocho mujeres y un hombre de entre 15 y 26 años. Fueron asesinadas entre agosto y octubre de 2017. Durante el juicio, el criminal señaló que los muertos se resistieron al estrangulamiento, lo que ayudó a desmontar su defensa, dado que aunque él consideró que les ayudaba a quitarse la vida argumentando que tenían pensamientos suicidas, se había podido comprobar que les robó dinero y agredió sexualmente a las ocho víctimas femeninas, según ha explicado la agencia de noticias Kyodo. Respecto al único hombre asesinado, era la pareja de una de las mujeres a las que había matado con anterioridad, quien se puso en contacto con él tras la desaparición de su novia.
Ejecución "repentina" o tras un "juicio exhaustivo" en Japón
Este caso, tal y como ha aseverado el ministro de Justicia nipón, Keisuke Suzuki, había causado una "gran conmoción y ansiedad en la sociedad, con la pérdida de nueve valiosas vidas humanas para satisfacer las propias necesidades sexuales y económicas" del condenado a pena de muerte. Además, ha asegurado que la ejecución se ha realizado tras un "juicio exhaustivo".
Shiraishi ha sido ejecutado este viernes por la mañana en el centro de detención de la capital nipona en el que se encontraba recluido. Pero, pese a que Japón mantiene en el código penal la pena de muerte, no es habitual. De hecho, esta es la primera ejecución en el país asiático desde julio de 2022 y después de que tomara posesión el primer ministro Shigeru Ishiba. Su abogado y principal defensor en el caso, Akira Omori, ha asegurado tras la ejecución que "es repentina" y ha pedido tiempo para reflexionar al respecto, según declaraciones recogidas por la citada cadena estatal japonesa.