Hace tan sólo unos días se hizo viral el experimento con ratas danzantes de la Escuela de Posgrado en Ciencia y Tecnología de la Información de la Universidad de Tokio (Japón). Los científicos experimentaron con diez roedores y 20 personas que escucharon fragmentos de la Sonata para dos pianos en re mayor de Mozart. Así lo explicaba la revista Science Advances que sacaba como conclusión que tanto humanos como ratas movían la cabeza al compás de la música. La ternura del momento, de poder conectar animales considerados irracionales con racionales, fue un boom para conocer como funcionan las conexiones neuronales y parecía todo un paso en la investigación neurocientífica. Sin embargo, este avance ha traído la masacre propia de la humanidad y, desafortunadamente, las diez ratas Wistar utilizadas fueron sacrificadas inmediatamente después del experimento.

Eutanasia a las ratas después del experimento, según el protocolo científico

Los roedores fueron compradas en Tokyo Laboratory Animales Science Co. Ltd, con nueve semanas de edad. Las diez fueron utilizadas para las pruebas llevadas a cabo por el equipo científico liderado por Hirokazu Takahashi. De hecho, los investigadores han asegurado que el estudio se hizo "en conformidad con los principios rectores para el cuidado y uso de animales en el ámbito de la ciencia fisiológica publicados por la Sociedad Fisiológica de Japón". Sin emabargo, la polémica estaba servida y se ha extendido en las redes sociales. El protocolo japonés marca que una vez finalizado el experimento, las ratas tenían que morir. "Se hicieron todos los esfuerzos posibles para minimizar el sufrimiento y la incomodidad de los animales y para reducir el número de animales utilizados", han explicado los científicos de la Universidad de Tokio.

Este protocolo se aprobó por el Comité de Ética de Experimentos con Animales de la Escuela de Grados en Ciencias y Tecnología de la Información de la Universidad de Tokio, han aseverado fuentes del centro educativo. El método utilizado habría sido la sobredosis con pentobarbital sódico de "160 miligramos por kilo, por vía intraperitonial," según explicaron los autores de la investigación en la revista citada. La música de Mozart fue el último gran avance que escucharon las ratas antes de morir. Sin embargo, este dilema de sacrificios a los animales de laboratorio no sólo se da a Japón. De hecho, hace tan sólo unos meses sucedió en Barcelona.

Un perro Beagle en una imagen de archivo / PIXABAY
Un perro Beagle en una imagen de archivo / PIXABAY

El sacrificio de animales de laboratorio, también se dio en Barcelona

Al principios de febrero de este año, la Universidad de Barcelona, a través del Parque Científico de Barcelona donde está el laboratorio Vivotecnica, fue el foco de una polémica por querer sacrificar 38 cachorros de raza Beagle. El ensayo del Ministerio de Ciencia e Innovación, mucho más escatológico que el japonés, obligaba a los perros a ingerir un fármaco durante 28 días mientras estaban en jaulas diminutas. Al final, según comunicó el centro de investigación y la propia universidad, salvaron a seis de los perros, pero mantuvieron que 32 tendrían que morir para hacerles las respectivas necropsias con el fin de estudiar sus tejidos antes de iniciar un ensayo con personas. Pese a las firmas en contra de la eutanasia de los animales, parece que estaba previsto hacer otro experimento similar a Madrid para intentar desarrollar un nuevo medicamento antifibrótico para tratar la fibrosis hepática y merofibrosis.