Si autores como Antonio Machín, Peret, Manolo Escobar o Isabel Pantoja son reconocidos por sus canciones, los verdaderos creadores de algunas de las letras y melodías quedaron relegados a un segundo plano y no salieron a la luz hasta mucho más tarde o nunca.
El autor de 'Torito bravo' y 'Una lágrima cayó en la arena'
Es el ejemplo del compositor Francisco de Val, autor de piezas como Una lágrima cayó en la arena, Qué bonita que es mi niña o Torito bravo.
Nacido en 1897 en Villafeliche, una pequeña localidad de Zaragoza, se fugó de casa siendo muy joven para poder ser artista porque su padre no le dejaba serlo.

Francisco de Val / Archivo
A pesar del talento casi innato, no fue hasta que tuvo 20 años y fue llamado para cumplir el servicio militar, la mili, en Barcelona, cuando su vida dio un giro radical y empezó a componer lo que luego sería su vida entera.
Una vida bohemia rodeada de lujos
En un reciente capítulo del programa La Posada de las Almas de Aragón Televisión, Ramón Gaspar, biógrafo del compositor, recordaba su vida.
Según el escritor, Francisco de Val era un hombre bohemio al que se veía por Madrid, frecuentando salas de fiestas y editoriales musicales ofreciendo sus canciones, siempre con camisa blanca, un pañuelo en el cuello y otro en el bolsillo de la chaqueta.
Y se hizo rico vendiendo su música, aunque no tuviese nociones. Él componía la letra y la melodía y al llevarla a un profesor para que le hiciera los arreglos para partitura, "se solían apoderar de los derechos musicales. Él lo sabía y no le importaba, porque en el fondo estaba orgulloso de codearse con esta gente, pero el autor era él", explicaba Gaspar.
Pleito con Peret y noche madrileña
Sin embargo, en varias ocasiones sus canciones se vieron envueltas en polémica: la primera fue en 1949, su bolero Me pedías un beso, que Peret reformuló en 1967 con aire de rumba, resultando en Una lágrima cayó en la arena.
Francisco de Val exigió sus derechos de autor y la Sociedad General de Autores demandó al artista catalán, que tuvo que resignarse a ser solo el intérprete de dicha canción.
El tema se dio por zanjado, pero el compositor acabó reconociendo que el arreglo del fundador de la rumba catalana era "el traje a medida de su melodía" y que fue la canción con la que más derechos de autor había cobrado.
Morir en una pensión y sin un duro
Rodeado de lujos, se dejó llevar por la noche madrileña hasta el día de su trágico final, tal y como cuenta el biógrafo: "era muy bohemio y le gustaba el juego y la noche, no se casó, con lo cual estaba siempre de juerga. Fue un hombre que vivió a tope y murió pobre en una pensión de mala muerte, después de haber tenido un pisazo en el centro de Madrid. Tan pobre que daba pena, cuenta un gran tenor, y no permitía que le invitaran a un café".
Así fue el final del gran compositor de boleros, tangos y coplas en la sombra: Francisco de Val murió en Madrid en 1984 y está enterrado en el osario del cementerio de la Almudena. Su legado aún queda a través de voces como la de Isabel Pantoja o el eterno Manolo Escobar.