La muerte de Elvis Presley el 16 de agosto de 1977 conmocionó al mundo entero y despertó teorías conspiranoicas y rumores sobre su vida. Lo que también fue su muerte es el punto y final de un grave declive que se venía gestando años atrás.
Las últimas horas de Elvis Presley
Los últimos cuatro años, desde su divorcio con Priscilla, con quien había estado casado seis años, el deterioro empezó a coger velocidad y se hacía cada vez más evidente. Giras interminables y frenéticas, derroche en joyas y coches para sus amigos y libros de numerología y espiritualidad conformaban su universo en sus momentos finales.

Elvis y Priscilla / Archivo
Sus ventas de discos habían caído en picado y su mánager, el Coronel Tom Parker, no conseguía exprimir más el talento de aquel joven de Misisipi con el que se había forrado. Su mansión, Graceland, tuvo que quedar hipotecada y los conciertos cada vez tenían menos éxito. Los críticos lo describían como gordo, adormilado, ido y aseguraban que no vocalizaba y se olvidaba las letras de las canciones.
El sobrepeso era una realidad para Elvis Presley, pero no la única de las dolencias que padecía. Su intestino estaba inflamado, padecía hipertensión y principio de glaucoma, y le habían detectado el hígado graso. Y a nivel mental, los problemas tomaban dimensiones astronómicas.
Deterioro físico y mental
Sus altibajos se calmaban con cócteles de sedantes, analgésicos y otras medicaciones, que podrían ser una de las causas del intestino inflamado y el estreñimiento crónico que padecía. Todas las medicinas que consumía en cantidades ingentes lo habían llevado al hospital en dos ocasiones, con sobredosis. La mayoría de estas sustancias se las suministraba su médico personal, el doctor George Nichopoulos o doctor Nick, como le llamaba Elvis.
El fatídico día de verano en que el rey del Rock & Roll dejó la tierra, se levantó de la cama a las cuatro de la tarde. En la casa estaba su única hija Lisa Marie, de 9 años, que había llegado el 31 de julio para pasar dos semanas.
A las once de la noche, Ginger Alden, su novia de entonces, de 20 años, y algunos de sus guardaespaldas acompañaron a Elvis a una cita con el dentista, el doctor Lester Hofman. Y es que la estrella funcionaba con los horarios al revés: tras la limpieza y empastes nocturnos, regresaron a la mansión Graceland sobre medianoche.
Cóctel fatal de medicamentos: el doctor Nick
Su nueva gira, la poca implicación de Ginger en su vida profesional -no le acompañaba en sus conciertos- y el libro escrito por dos de sus ex guardaespaldas, que le había dejado en evidencia, preocupaban al cantante en ese momento.
De vuelta en la casa, Elvis intentó convencer una vez más a su novia de que se sumara a la gira que emprendería al día siguiente, pero ella se negó. Y horas más tarde llamó a su doctor Nick quejándose del dolor de uno de los empastes, para lo que el médico le recetó varios medicamentos, que uno de sus chicos fue a recoger y que ingirió durante el resto de la noche, aunque no pudo dormir.

Elvis Presley / Wikimedia
A las ocho de la mañana siguiente se levantó y le dijo a Alden que iba al baño a leer. Ella le contestó que no se quedase dormido. Y no fue hasta las dos de la tarde cuando se despertó la joven y se dio cuenta de que Presley no había vuelto.
El entorno de Elvis sugirió a Ginger que no era necesario revelar el libro que Elvis tenía en las manos cuando sufrió el ataque, pero ella acabó revelado que se trataba de un volumen con ilustraciones titulado Sex and the psychic energy que relacionaba posturas sexuales con signos del horóscopo.
Muerto en el váter mientras leía
Fue al baño y le encontró “tumbado en el suelo, con los pantalones de pijama dorados bajados hasta los tobillos y el rostro enterrado en un charco de vómito sobre la mullida moqueta”, escribe su biógrafo, Gurelnick. La locura se desató y una ambulancia lo trasladó a toda prisa al hospital Memorial Baptista, acompañado del doctor Nick, que había estampado su Mercedes en la verja de la mansión con el sobresalto de la noticia.
Una vez en el hospital y sin ninguna posibilidad de reanimarlo, se certificó la muerte del Rey. Unas quince personas estuvieron presentes en la autopsia, entre médicos, enfermeros y personal de seguridad. Tras varias horas, se concluyó que la muerte de Presley se debía a un fallo cardíaco, pero muchos expertos se mostraron escépticos con este veredicto.
Una autopsia sospechosa
El informe forense, recogido por Gurelnick, encontró que, pese a que el corazón no había fallado, lo tenía dilatado, había una cantidad significativa de arterias taponadas por grasa y colesterol, el hígado estaba dañado y el intestino grueso estaba obstruido por materia fecal.
Esto daba pie a pensar en la posibilidad de que hubiera muerto mientras hacía fuerza en el retrete y no se descartó un choque anafiláctico debido a la codeína suministrada por el dentista, a la cual Presley tenía una leve alergia. El informe del laboratorio encontró 14 medicamentos distintos en el cuerpo de Elvis, 10 de ellos en cantidades importantes.
El doctor Nick fue investigado por un tribunal médico en 1979 por sospechas de sobreprescripción, y se descubrió que solo durante 1977 había recetado 10.000 dosis de medicamentos a nombre de Elvis Presley.
En su defensa, Nichopoulos alegó que las drogas eran para Elvis y todo su clan. Se le retiró la licencia tres meses. Y en 1995, perdió la licencia de por vida tras una investigación más minuciosa.