A pesar de la prohibición de las llamadas comerciales o la existencia de la lista Robinson, es habitual que números desconocidos nos sigan llamando a nuestro teléfono de manera insistente. Muchas veces el mismo dispositivo lo detecta como spam y corta la llamada, pero muchas veces este mecanismo no funciona y tenemos que decidir si la ignoramos o contestamos. En caso de escoger la segunda opción, nos podemos encontrar que del otro lado no salga ninguna voz y, después de unos segundos de silencio, nos cuelguen.

Nunca se tiene que devolver una llamada de alguien que cuelga sin decir nada

Estas llamadas pueden tener dos intenciones. La primera es que traten de comprobar si se contesta o no al teléfono para pasar esta información a las empresas comerciales sobre a quién y cuándo llamar, pero la segunda, y más grave, es que nos quieran estafar. Por eso, cuando algún número desconocido nos llame y cuelgue automáticamente después de un instante de silencio, lo más seguro es no devolver nunca la llamada. Y es que los estafadores apelan a esta incertidumbre y curiosidad por saber quién era y que quería para que las víctimas los vuelvan a llamar y, así, hacerlas caer a la trampa.

La realidad es que el número al cual se está devolviendo la llamada seguramente ha sido redirigido a otro de pago especial con tarifas muy caras en el cual, simplemente por llamar y estar unos segundos, ya nos estarán cobrando mucho dinero. Se trata de números empezados con el prefijo 803, destinado al contenido erótico y pornográfico, el 806, de juegos y tarot, o el 807, de asesoría profesional. Aunque en un primer momento no nos damos cuenta de la estafa, será al recibir la siguiente factura telefónica cuando descubriremos que ha subido mucho, con cargos que, por pocos minutos de llamada, pueden llegar a subir a unos 200 euros. Los estafadores, gracias a un acuerdo previo con las empresas propietarias de estos teléfonos, se quedan con una comisión de los ingresos generados.

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