El mediodía del lunes 29 de enero Albert Negre (29 años) llamó a su amigo y socio Ricard Guirao (28 años), Ricky, tal como todo el mundo lo conocía. Se tenían que ver. No estaba previsto el encuentro, pero a Ricky no lo sorprendió que Albert, con quién ya tenían pactado disolver la sociedad que habían montado para sacar adelante un restaurante y local de copas en Sant Feliu de Llobregat, lo citara. Pensó que también sería un buen momento para decirle que, después de dejar estar el proyecto de La Terrassa, el bar que, juntos, querían remodelar y poner en marcha, y de todas las mentiras que Ricky había descubierto que le había explicado Albert, no lo contrataría en la finalización del periodo de pruebas; hacía de repartidor a domicilio del sushi de la empresa de Ricky, Telemaki.

Pero todo se complicó y, supuestamente, Albert lo asesinó e intentó quemarlo a 800 metros del lugar de los hechos. El cuerpo de Ricky apareció a las cuatro de la madrugada al pasaje de Almáchar, un trozo de calle que sirve de aparcamiento, al límite de Cornellà con Sant Joan Despí. La reconstrucción de las últimas horas antes de este trágico hallazgo sirven para intentar entender qué pasó, aunque parece inexplicable.

Negocio fallido, punto final

Nunca había habido ningún problema de violencia entre ellos dos, si bien es cierto, así lo han explicado varias fuentes a ElCaso.com, que la relación entre ellos dos ya estaba en vías de acabarse y poner punto final a la aventura empresarial que, casi, no había ni arrancado. Ricky había invertido unos 20.000 euros en sanear el negocio que tenían los padres de Albert -debían varias mensualidades a los propietarios- con el fin de poder arrancar de cero y convertir La Terrassa en un restaurante y un bar de copas. "Era demasiado buena persona", aseguran sus amigos. "Solo es dinero", dijo, cuándo pidió a sus asesores que negociaran con Albert disolver la sociedad.

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La Terrassa, negocio de la familia Guinart, donde se tenía que instalar el nuevo restaurante de Ricky y el Albert / ElCaso.cat

Él había aportado el capital inicial, pero no tenía ningún problema en ceder el 100% de la sociedad a Albert, si hacía falta. Solo quería dejar de tener tratos con él. Y pensó que irlo a ver, en su casa, en la calle de Montjuïc, tal como él le había pedido, podría servir para hablar. No imaginaba el final. Quizás tampoco Albert. Llamó a Eric, el encargado de Telemaki, y le dijo que llegaría en breve, que antes pasaría por casa de Albert. Fue la última vez que dio señales de vida.

Un golpe de cenicero en la cabeza

Albert lo niega, pero los investigadores de los Mossos d'Esquadra están convencidos de que Ricky llegó a casa de él. Es una casa que hace esquina y tiene un parking detrás, de una familia potente, los Guinart. Vivía con su tía, una mujer de unos 60 años, pero en aquel momento no estaba en casa. Lo que pasó dentro de aquellas paredes, todavía no se ha podido aclarar, pero los agentes de la Policía Científica de los Mossos d'Esquadra y los investigadores de la DIC encontraron sangre, mucha sangre. Creen que, durante un enfrentamiento, golpeó la cabeza de Ricky con un cenicero de pie y lo mató. Alrededor de las dos y media llamó a su tía y le explicó que habían entrado en casa y que lo habían atacado y le preguntó cuánto tardaría en llegar.

Los Mossos creen que quería saber cuánto tiempo tendría para limpiar la escena del crimen y deshacerse del cadáver de su amigo. Los investigadores creen que aprovechó este tiempo para cargar el cuerpo al maletero del Seat Ibiza de Ricky, esperando encontrar el momento ideal para deshacerse de él.

Empieza la búsqueda de Ricky

Los amigos de Ricky sabían perfectamente que la última persona que lo había visto tenía que ser Albert y que había dejado de dar señales de vida. Su pareja, Alba, difundió la imagen de Ricky y pidió colaboración ciudadana para encontrarlo. Ni se conectaba al WhatsApp ni respondía a las llamadas. Albert, preguntado por los amigos y también por los compañeros de trabajo, negó haberlo visto. Se había despertado tarde, aseguró. Y a las cuatro lo citó una pareja, amiga de Ricky, para saber si sabía nada de su socio. Nada de nada. Los familiares presentaron denuncia de la desaparición y los Mossos, por la posibilidad de tratarse de un posible crimen, iniciaron la búsqueda del joven y también del Seat Ibiza blanco.

Una patrulla de Seguridad Ciudadana de Cornellà localizó el vehículo en el pasaje de Almáchar. En el interior, en el maletero, encontraron el cadáver. Eran las cuatro de la madrugada del martes 30 de enero. Aunque el coche, propiedad del joven desaparecido, presentaba signos de haberse intentado incendiar, no quemó del todo. El cadáver de Ricky todavía se podía reconocer. Los tatuajes que llevaba el joven y la chaqueta The North Face y los pantalones grises que llevaba no dejaban margen de duda. Era Ricky.

Detenido volviendo del Leroy Merlin

El principal sospechoso, por el encuentro que habían mantenido, era su amigo y socio, Albert, tal com avanzó el mismo martes a primera hora ElCaso.com. Los agentes de la DIC que asumieron esta investigación exprés vigilaron la casa de la tía, y, sin saberlo todavía, lo que era el lugar de los hechos. A las siete de la mañana fue a comprar pintura en Leroy Merlin y volvió a casa. Cuando llegó, los Mossos lo detuvieron. Creen que tenía intención de aprovechar la excusa que habían pintado la fachada para pintar también el comedor, la zona donde se produjo el crimen y eliminó así los restos de sangre.

Albert todavía no sabía que ya había aparecido el cadáver que de manera torpe había intentado quemar. Roció el interior del vehículo con gasolina y puso trapos para acelerar el fuego, pero cerró todas las puertas y las ventanas. La química hizo el resto. Cuando en el interior del vehículo se agotó el oxígeno, las llamas se ahogaron.

Niega los hechos

Este jueves los Mossos d'Esquadra entregaron Albert Negre al juzgado de guardia de Cornellà que asumió el caso. Lo negó todo. No vio a Ricky. La sangre, de unos asaltantes que, encapuchados, habían entrado en su casa. Él se defendió y les dio una vez con un cenicero que ahora no aparece. Tampoco la ropa que llevaba en el momento de los hechos. Ni el juez ni el fiscal se lo creyeron. Las pruebas forenses que se harán en los restos de sangre que encontraron a la casa de la calle de Montjuïc aclararán si son o no de Ricky. De momento, sin embargo, el examigo y exsocio, ingresó a prisión. Sin fianza.