"No salgo de casa con oro ni joyas". Esta frase, que explica a ElCaso.com una mujer que vive en l'Hospitalet de Llobregat, en la zona de la Torrassa, y que atraviesa la frontera con Barcelona cada día para ir a trabajar, no es un caso puntual. Mucha gente tiene miedo de ser víctima de un peligroso tirón cuando va por la calle de un ladrón sin escrúpulos que quiera hacerse con una cadena, de fácil de estirar, que lleve en el cuello. Por el valor de la joya, claro está, pero también por el daño que te pueden hacer. Esta mujer, sin saberlo, está en una de las zonas más peligrosas de l'Hospitalet de Llobregat. Más del 40% de los robos violentos que se hacen en la segunda ciudad del país se hacen en esta zona.
Jóvenes, magrebíes o dominicanos, de las dos nacionalidades que han tomado el control de la zona, muchas veces con patinete, para hacer el tirón o incluso para asegurar la huida después, atacan personas para hacerse con joyas de oro. No dudan en utilizar la violencia. Saben que, escapando rápido, tienen campo libre. Y también saben que, aunque sean detenidos, es complicado que un juez les haga entrar en prisión. Muchos de los habituales que trabajan en esta zona del área metropolitana acumulan antecedentes, casi de diez en diez.
Para hacer frente, los Mossos, en el marco del plan Kanpai, que se hace por toda Catalunya, o también del Brida, que se hace estratégicamente solo en la zona de l'Hospitalet de Llobregat y en la frontera con Barcelona, hacen varias acciones para ponerlo más difícil a los ladrones e intentar pacificar estos barrios castigados por los robos y la mala multiculturalidad. Este viernes por la noche la policía catalana desplegó un dispositivo de saturación en el metro y en puntos calientes con el objetivo no solo de ganar presencia, sino también de hacer identificaciones masivas con el fin de presionar a los ladrones y, al mismo tiempo, poder detener a personas que tengan alguna cosa pendiente con la justicia. Las investigaciones policiales acaban con órdenes de búsqueda y detención contra personas multiconocidas y hace falta, después, poder localizarlas y detener.
De manera paralela, sin embargo, más allá de hacer presión a los ladrones, este viernes por la noche, y acompañados por ElCaso.com, los Mossos también quisieron atacar otro de los eslabones de los robos: los receptadores. Las personas que compran los objetos robados. En algún lugar acaban las cadenas de oro que roban de un tirón en medio de la calle. Y alguien las compra y hace negocio. Agentes de la Policía Administrativa de los Mossos han hecho, acompañados de inspectores de trabajo, entradas administrativas en varias tiendas que tienen la sospecha que pueden ser un lugar donde acaban estas piezas de oro que roban en la calle y que después acaban fuera del Estado, después de fundirlas.

Los investigadores aseguran que la mayoría de joyas robadas, si son de oro, acaban fundidas en lingotes fraudulentos y exportados, también desde el mercado negro, al exterior. El oro es un valor refugio interesante para todo tipo de criminales. Para evitarlo, los Mossos disponen de varios mecanismos que, si bien no son del todo óptimos, sí que permiten tener un control de estas tiendas que compran oro y que trafican con materiales peligrosos. La ley obliga a los propietarios a tener el material quieto durante quince días. Desde que lo compran y lo registran en los libros oficiales de la tienda, durante este tiempo, no lo pueden vender ni destruirlo. De esta manera, los Mossos pueden revisar las denuncias y cuadrarlo con los objetos sustraídos y saber, si lo han hecho bien, quién se los ha vendido.
Las tiendas donde acaba el oro robado
Las inspecciones son necesarias en estos puntos. Muchos, sabiendo que compran material robado —no tienen manías a pagar a los ladrones a pesar de ver que las cadenas están rotas, y que, por lo tanto, pueden haber salido de un robo—, hacen mal el registro para evitar tener que dar explicaciones a la policía. Este viernes dos agentes de la Policía Administrativa de los Mossos han entrado en una de estas tiendas de la calle del doctor Ferran i Clua, en l'Hospitalet de Llobregat, para comprobar si se hacía correctamente el registro y, al mismo tiempo, analizar las piezas de oro que tenían en la caja fuerte para saber de dónde habían salido. Los propietarios tienen antecedentes por receptación y no es la primera vez que se dejan de apuntar alguna joya de las que compran en el registro. En esta ocasión los agentes han descubierto que algunas de las piezas no estaban bien registradas y, además de cosas que no cuadran, también han visto que algunas piezas de oro las han vendido tres personas que tienen una retahíla de antecedentes por robos, hecho que hace pensar, y no hay que ser muy espabilado, de donde han salido las joyas. Más allá de poder probar el delito de receptación —hay que probar que saben que es robado—, no colaborar con la policía también puede comportar sanciones administrativas e incluso el cierre del local. Este de l'Hospitalet va por el camino.

Sea como sea, los Mossos hacen este tipo de inspecciones para enviar un mensaje a las personas que compran estas joyas robadas y hacerlo más difícil a los ladrones. Si nadie compra las joyas sustraídas en la vía pública, menos gente robará. Es un pez que se muerde la cola y de complicada solución, teniendo en cuenta que no solo en estas tiendas se compra y vende oro, pero por algún lugar se tiene que empezar. Con los móviles robados, por la presión de la policía en los establecimientos donde se compran y venden terminales de segunda mano, se ha visto que el negocio de la receptación se ha desplazado a pisos, donde es mucho más complicado hacer inspecciones si no es con una autorización judicial. La policía busca, con estas inspecciones, en el marco del plan Kanpai contra la multirreincidencia, que se ha puesto en marcha en todo el país, pero con más incidencia en la zona metropolitana de Barcelona, hacer la vida imposible a los ladrones y aquellos negocios paralelos que viven, como los que ganan mucho dinero comprando y vendiendo el oro de la cadenilla que roban a la vecina de la Torrassa que tiene miedo de salir con joyas a la calle.
Más Kanpai
Este viernes por la noche, además de las inspecciones en locales de compra y venta de oro, los Mossos han desplegado también un dispositivo de saturación en la zona y también registros y entradas en bares de la avenida de Catalunya de l'Hospitalet, puntos calientes donde se pueden concentrar personas con antecedentes. El objetivo: detectar posibles personas con órdenes de detención y retirar armas blancas de la vía pública, uno de los otros problemas más graves, por el incremento de incidentes con heridos y muertos por peleas con uso de navajas, cuchillos y machetes. El plan Kanpai también se hizo en Badalona y en algunas zonas de Barcelona. Se irá repitiendo, cómo se ha hecho desde el pasado mes de abril, en el área metropolitana de Barcelona y también por todo el país, con el objetivo de hacer la vida imposible a los multirreincidentes. En esta ocasión, se ha detenido a 75 personas, una veintena han quedado investigadas, se han interpuesto 217 denuncias administrativas, se han intervenido cinco vehículos de movilidad personal, se han recuperado dos móviles y un vehículo robados y se han hecho 448 denuncias administrativas de TMB.
