Un chico se suicida y su padre muere poco después de encontrarse su cuerpo sin vida en casa. Esto es lo que ha sucedido a San Carlos Minas (Argentina). El hombre de avanzada edad se enteró de que su hijo se había quitado la vida e inmediatamente después sufrió un infarto fulminante, causado por el fuerte impacto emocional de ver en el suelo estirado inerte a su progenitor. Según han explicado varios medios argentinos, los dos serán enterrados juntos.

El hombre de avanzada edad perdió a dos hijos en un accidente de tráfico

El anciano, conocido en el municipio argentino como Tabaco, vendía Yuca (una planta muy utilizada en la cocina de los países hispanoamericanos) en la localidad. Una profesión que ejercía desde que se mudaron desde Córdoba (Argentina), que era la ciudad natal de ambos. El hombre perdió a dos hijos, antes del suicidio del tercero, en un accidente de tráfico, según informan varios medios locales. Este hecho habría sido determinante en el impacto emocional que lo llevó a tener una parada cardiorrespiratoria y morir poco después de ver a su tercer progenitor sin aliento en el suelo de la vivienda familiar.

Los vecinos de San Carlos Minas, en el norte de la provincia de Córdoba, en el centro de Argentina, han quedado consternados por el suceso. Tabaco nunca se recuperó anímicamente de la pérdida de sus dos hijos, y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. El chico que se suicidó será enterrado con su padre a Córdoba. En casos como este, para la prevención de suicidios, en España, como en otros territorios, existen teléfonos específicos para tratar de evitarlos. Como son el de la esperanza o contra el suicidio, según las necesidades en aquel momento de la persona afectada.

Ataque cardíaco en Fuengirola

Este fin de semana, además, se ha producido un otra parada cardiorespiratoria en el estado español. Concretamente, a Fuengirola​ (Málaga). En este caso, no obstante, ha estado por un consumo de drogas que ha provocado una reacción delirante y poco después ha sufrido un infarto fulminante. El hombre había destrozado el piso donde residía mientras, entre el sonido de las veces, sus dos hijos de 4 y 6 años gritaban pidiendo ayuda desde el balcón.