La autopsia de Amy Winehouse, la famosa cantante muerta hace diez años en Londres, tuvo que hacerse dos veces. Varias versiones, rumores y errores requirieron de dos forenses y varios análisis para esclarecer las circunstancias de la muerte de la artista, que entraba y salía de una espiral de alcohol y drogas. Sus semanas de abstinencia y la bulimia que padecía fueron, sin embargo, factores clave en su trágico final, tal y como se pudo ir averiguando a posteriori.
Dos autopsias para Amy Winehouse
Durante y después del éxito de sus discos, que en muchas ocasiones relataban sus propias experiencias de forma autobiográfica, la joven cayó en un bucle de malos tratos, trastornos de la alimentación y adicciones a la droga.
Finalmente, el 25 de julio de 2011, cuando Amy solo tenía 27 años, su guardaespaldas personal, Andrew Morris, descubrió que estaba muerta en su cama.
La había visto sobre las diez de la mañana y pensó que estaba durmiendo, pero cuatro horas más tarde, al verla en la misma postura, entró a la habitación para comprobar que estaba bien.
Pero Winehouse ya no tenía pulso ni respiraba y los servicios de emergencias no pudieron hacer más que certificar su muerte.
El final de la cantante conmocionó a toda la escena musical y dejó multitud de incógnitas sin resolver. La prioridad fue saber exactamente qué le había causado el paro cardiorrespiratorio del que nunca se despertó.
De "muerte por accidente" a intoxicación etílica
El primer informe acerca de su cuerpo, un informe toxicológico, reveló que en el cadáver de Amy no había sustancias ilegales en el momento de la muerte, pero que el nivel de alcohol en sangre era exageradamente alto, cosa que había sido clave en el suceso. Pero el forense concluyó que se trataba de una "muerte por accidente".
Sin embargo, poco después de que esto se hiciera público, se descubrió que el médico no estaba cualificado para el trabajo, renunciando a su cargo posteriormente.
El error requirió una nueva investigación en la que la nueva forense dio especial importancia a la elevada cantidad de alcohol en el cadáver, aunque lo volvió a definir como un trágico accidente.
Recuperada de las drogas y bucles de alcoholismo
"Consumió alcohol voluntariamente, un acto deliberado que dio un giro inesperado y provocó su muerte", declaró la doctora Shirley Radcliffe al medio The Guardian .
Winehouse hacía años que luchaba contra sus múltiples adicciones, entre las que estaba el alcohol. Radcliffe especificó en las mismas declaraciones que había "dos botellas vacías de vodka en el suelo".
De hecho, la cantante había vuelto poco antes de su muerte de un viaje a la isla de Santa Lucía, en el Caribe, donde, apartada de la escena pública, avanzó notablemente en su recuperación de drogas como la heroína y el crack.
Pero esta recuperación, sorprendentemente, acabó siendo un factor en la muerte de la joven Amy, que sucedía temporadas de abstinencia con recaídas de semanas, sobre todo con el alcohol.
Abstinencia y bulimia, causas de su muerte
Tal y como se pudo saber después y recogió el medio Time, Winehouse llevaba un mes sin beber antes de su muerte, cosa que pudo ser fatal, ya que había disminuido su tolerancia al alcohol tras el periodo de abstinencia.
Según The Guardian, la cantidad de alcohol que se encontró en su cuerpo fue de 416 mg por decilitro de sangre, lo que fue suficiente para hacerle entrar en coma y "deprimir su sistema respiratorio".
Después de darse a conocer estos datos, el hermano mayor de la joven estrella, Alex Winehouse, aseguró también al mismo medio que creía que los trastornos alimentarios de la cantante también influyeron en su trágica muerte.
"Sufría mucho de bulimia... Creo que la dejó más débil y más susceptible". "Si no hubiera tenido un trastorno alimentario, habría sido físicamente más fuerte", sentenciaba aquel trágico 2011.
Ahora, el mismo Alex trabaja para la Fundación Amy Winehouse, que se creó tras su muerte para "prevenir los efectos del abuso de drogas y alcohol en los jóvenes".