Los Mossos lo sabían, lo habían identificado hacía días. Tenían la sospecha de que era quien controlaba un narcopiso de la calle de la Aurora de Barcelona, a las órdenes de una mafia sudamericana. Pero los vecinos, hasta ayer, no sabían que compartían bloque, escalera y rellano con el asesino de las tres niñas de Alcàsser, Miguel Ricart. Como no tenía nada pendiente, ninguna deuda con la justicia, desde que salió de la prisión el año 2013, gracias a la aplicación de la doctrina Parot, no fue arrestado durante la investigación. También lo habían encontrado en Madrid, hace meses, investigando un narcopiso en Carabanchel, y tampoco fue arrestado.

Miguel Ricart vivía al primer segundo del número 9 de la calle de la Aurora y junto con otro hombre de Nicaragua se dedicaba en venta de cocaína y heroína. Demacrado, muy viejo, lejos de aquella imagen del Rubio detenido por el asesinato de Míriam, la Desirée y Toñi. Los vecinos sí que sabían que al bloque se vendía droga, pero poco se pensaban que aquel hombre flojo, abatido por la vida, demacrado y que no saludaba era el autor de uno de los crímenes más escabrosos de la crónica negra de España.

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Marc, uno de los colaboradores de una asociación en los bajos del edificio donde vivía Ricart / Foto: GRS

"Vivíamos con el asesino de Alcàsser"

"Ayer lo vi por la tele, que habían detenido al asesino de Alcàsser," asegura a una de las vecinas de Ricart, en el número 9 de la calle de la Aurora, junto a la rambla del Raval. Aseguran que en la escalera siempre había movimiento, lo destaca esta vecina y también un vecino que vivía pared con él y su cómplice de Nicaragua. Los dos, con el mismo rol, controlar el narcopiso. "Siempre entraba y salía gente, con mala cara y algunas veces tapándose la cara," asegura la misma vecina. No sabían quién era, y hoy, con el alboroto de prensa en la entrada de su portal han descubierto la verdadera identidad de su vecino, que no hacía muchos meses que se había instalado en el piso. "Vivíamos con el asesino de Alcàsser", explicaba la mujer que vive encima del narcopiso desmantelado a otra vecina que llegaba de la calle. Los vecinos no esconden estar en choque después de saber quién era su vecino y si bien ahora presenta una imagen mucho más demacrada, por la causa de las drogas y la mala vida, nadie puede olvidar el pasado de este asesino.

En los bajos del edificio hay una asociación que ofrece clases de catalán y castellano a personas inmigradas que viven en el barrio del Raval y uno de sus colaboradores han declarado a los medios que sí que recuerdan haber visto entrar y salir Ricart del bloque de pisos, que era poco hablador -algunos vecinos aseguran que no saludaba- y que alguna vez había explicado que vivía allí, pero trabajaba de chófer por varios municipios. Las operaciones policiales son habituales en calles del Raval y el martes por la tarde cuando se puso en marcha el operativo para desmontar el narcopiso que lideraba Ricart los trabajadores de esta asociación no dieron demasiada importancia, poco se pensaban que el detenido que los Mossos sacaron esposado del bloque era el hombre que torturó y asesinó a las tres niñas valencianas de un caso, por cierto, que todavía no se ha resuelto del todo.

El crimen de las tres niñas de Alcàsser: falta Antonio Anglés

Ricart fue condenado apenas que sumaban 170 años prisión, pero desde 2013 está en libertad. Salió del centro penitenciario de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) en noviembre de este año, después de ver reducida su sentencia a 21 años por la suspensión de la doctrina Parot. Su detención se produce un mes después de que el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira, que dirige la investigación de la pieza separada del caso Alcázar que continúa abierta, haya ordenado o autorizado varias pruebas de restos encontradas en la fosa donde fueron enterradas las tres menores después de ser asesinadas.

Las peticiones han partido de la Asociación Laxshmi para la lucha contra el crimen -que ejerce la acción popular- que ha solicitado al juzgado que dé un impulso procesal al caso. Ricart fue el único procesado, mientras que Antonio Anglés todavía es buscado por los asesinatos de Toñi, Miriam y Desirée, cuyos cuerpos fueron encontrados, semienterrados en enero de 1993 -hace ahora 29 años- en un paraje montañés de la localidad de Tous.