La Dirección General de Tráfico, la conocida DGT, es una de las instituciones españolas más temidas, y con razón. Cada año las restricciones se hacen más duras y los conductores tienen que ser más prudentes, ya que el objetivo principal es reducir accidentes y muertes en las carreteras del país. Para ello, emplean una serie de mecanismos que progresivamente se afinan y consiguen cazar a los más espabilados, que aunque intenten evitarlos, acaban recibiendo la temida multa.
Las furgonetas blancas de la DGT que te pillan 'in fraganti'
Aparte de los conocidos radares, de los que ya se ha revelado la ubicación en varias ocasiones y casi siempre son visibles, la DGT cuenta con otras armas para pillar in fraganti a los conductores temerarios y potenciales causantes de incidentes. Una de ellas no es una máquina, ni estática ni móvil, ni implica agentes de la Guardia Civil en un control rutinario, sino que se trata de furgonetas blancas que pueden distinguirse solo por algunos detalles y que tienen la posibilidad de multar con todo el peso de la Ley de Tráfico.
Así, incorporados a autopistas y carreteras generales, estos vehículos pueden cazar a los conductores en el momento de la infracción, imponiendo la correspondiente sanción, como los 600 euros de multa recién estrenados por superar la velocidad máxima permitida para adelantar a alguien, o los 500 euros por una acción que muchas personas llevan a cabo dentro del coche. Para distinguir estas furgonetas-radar en la vía hay un pequeño truco: fijarnos en la matrícula.
El truco para detectarlas está en la matrícula
Porque en España hay miles de furgonetas blancas y no es fácil concentrarse conduciendo si sospechamos de cada vehículo que pasa, y es por eso que las letras de ka matrícula nos revelarán el detalle clave: el acrónimo PGC -que significa Parque Guardia Civil- implica que dentro hay agentes de Tráfico que están al acecho de cualquier infracción que se pueda producir en la carretera y multar de forma fácil. De hecho, recuerda un poco al típico método estadounidense de los coches de la policía escondidos en la vía para perseguir a los conductores temerarios.
En el caso de estos vehículos de incógnito, la sanción más común que han registrado es la del uso del móvil, que desde el pasado marzo supone una multa de 200 euros y la retirada de seis puntos en el carné de conducir. Sin embargo, esta no es la estrategia más discreta de la DGT, ya que tienen unos radares aún más imperceptibles y de última generación, que pueden detectar siendo prácticamente invisibles cualquier infracción a varios kilómetros de distancia, además de estar controlados por wifi y siendo especialmente útiles en áreas urbanas.